Mallorca suena en Tàrrega

El espectáculo aúna el lenguaje infantil de los títeres y las sombras chinescas con la pintura en directo y un relato para adultos con la tragedia de la violencia de género como trasfondo. Basado en la historia real de una mujer que Baixas conoció en Brasil, el autor explica en clave melodramática la historia de una niña que se prostituye y que tiene en la relación con un titiritero una vía de liberación. «La historia de Zoé confronta lo inocente con lo salvaje, como en todos estos asesinatos a mujeres o en los maltratamientos», comentó el autor. «La escena también me permite unir mis dos facetas: el teatro y la pintura», destacó.

Sobre la música, creada para la obra con alguna pieza del disco Aurora, Baixas comentó que «es una maravilla», y desveló que «la grabación se hizo a partir de un proyecto de seis improvisaciones que hicimos en el Teatre Lliure de Barcelona donde los dos improvisábamos, Agustí al piano y yo pintando».

Baixas, fundador de la célebre compañía La Claca con la que recorrió festivales de medio mundo, actuó el pasado diciembre en Palma donde cerró definitivamente el ciclo de Merma, un montaje de calle con títeres gigantes creados por Joan Miró con referencias a las dictaduras. «Me puse muy contento al representar Al foc, al Merma!, terminar un ciclo y dejar las cenizas del Merma en una urna que hizo Vicens Artigues y que está depositada en el taller de la Fundació Joan Miró Pilar i Joan Miró de Palma».

La curiosidad de ayer en Fira Tàrrega fue Cavalls de Menorca, de la compañía barcelonesa Tutatis Productora. Un grupo de cuatro grandes caballos de madera, manipulados cada uno por un actor, invadió las calles de la capital de L'Urgell y recreó las fiestas ecuestres de Menorca a ritmo del Jaleo.

Por otra parte, la compañía Produccions del Mar representó el jueves y el viernes la obra Camarada K, creada y dirigida por Joan Carles Bellviure e interpretada por Sergi Baos, Margalida Grimalt y Joan Manel Vadell. El texto recrea la vida del escritor ruso Daniil Kharms (1905 - 1942) marcada por la represión estalinista. «El director no quería personajes psicológicos e incidió en los aspectos más físicos y alejados de lo humano», aclaró Vadell. Grimalt añadió que «el personaje más humano de la obra es Kharms, que es un títere, mucho más que nosotros los actores».