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Casi dos décadas después de su última representación en el Principal, el teatro volverá a presenciar la ópera bufa de Rossini El barbero de Sevilla, el 29 y 31 de octubre. La mezzosoprano catalana Gemma Coma-Alabert (Girona, 1976) da vida a la cautivadora Rosina, la enamorada del conde de Almaviva.

-A usted le encanta esta ópera.

-Para aquellos que nunca han ido a la ópera, que creen que es algo elitista, les recomiendo que se estrenen con ésta. Musicalmente tiene el bel canto, de un virtuosismo brillante. Además, es cómica y divertida. Me divierte tanto que me cuesta mantener la compostura en el escenario. Es imposible que a alguien no le guste, porque argumentalmente pasan muchas cosas. Es perfecta para entender la ópera.

-Ya había interpretado este papel antes. ¿Hay algo nuevo en el montaje mallorquín?

-Cambia el tempo, la forma de interpretar, el fraseo. Cada producción y cada director es diferente. Hay que encontrar el tiempo adecuado para las frases, ciñéndote al patrón de la música. Es más fácil provocar el llanto que la risa.

-¿Qué les pide el director musical, Xisco Bonnín?

-Le gusta mucho el fraseo largo. Tiene muy en cuenta las dinámicas y los acentos. Consigue que vivas mucho la música de Rossini y nos obliga siempre a dar el máximo. Además, tenemos una directora de escena muy precisa.

-Los ensayos han sido rápidos e intensos.

-Interpretar una ópera cómica te obliga a conocer bien a tus compañeros. Ensayamos mucho, así que la confianza surge rápido. Acabas conociendo sus puntos fuertes y las debilidades de cada uno. Con el trabajo van surgiendo gags y complicidades.

-Usted ha trabajado en varios continentes. ¿Cómo se siente aquí?

-Ésta es la primera vez que trabajo en Mallorca y he quedado muy sorprendida, gratamente, del funcionamiento de este teatro. Acabo de llegar del Liceu, de representar L'arbore di Diana. Y, sinceramente, me ha sorprendido ver que aquí todo funciona igual de bien.