Imagen promocional del LP 'Vinagre y Rosas', último corte discográfico del cantautor. | Redacción Sucesos
Las nanas insomnes de Joaquín Sabina recalarán en el puerto balear el próximo 10 de agosto (22.00 horas) en una cita emplazada en el Palma Arena. Cuatro años alejado del bullicio mediático, truncados tras la irrupción de su último trabajo, Vinagre y Rosas (2009), álbum que devolvió al cantautor a la palestra informativa. En su interior, trece canciones enriquecidas por la lírica sagaz de uno de los mayores talentos de la música popular contemporánea. Celador de los recodos amargos del alma, a Sabina le sale en Vinagre y Rosas un halo de rock & roll. Cierto que el sonido no se aleja de sus coordenadas habituales: unas composiciones poseedoras de esa belleza espectral ajena a los códigos estéticos y capaz de extirpar los sentimientos para dejarte con la sonrisa congelada; pero no por habitual deja de ser fascinante.
"¿Cuándo pensó que estaba ante una vida que merecía la pena ser contada?
"La verdad es que no recuerdo el día que decidí ser artista, supongo que es algo que siempre estuvo ahí, innato dicen. Las aventuras siempre me fascinaron, así que puede que el momento en que tomara conciencia fuese a los veinte años cuando subí a un tren que me conducía al exilio portando un pasaporte falso.
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