Mientras paseaba por la calle Lluna de Sóller, durante su juventud, a Pere A. Serra Bauzà le llamó la atención una casa en cuyas paredes colgaban cuadros, unas piezas creadas por «una mano sensible», la de Juli Ramis. Ahora, el presidente de la Fundació Tren de l'Art recuerda sus vivencias y la trayectoria artística de su amigo con la edición del catálogo Juli Ramis a Can Prunera . Precisamente, el museo modernista Can Prunera de Sóller acogió anoche la presentación de este libro.
Pere A. Serra recupera en su nuevo libro el «testimonio vivo» de Juli Ramis
El museo Can Prunera de Sóller acoge la presentación del volumen, que repasa la trayectoria del artista
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NADIE PODRÀ DUDAR DE SU AMOR POR SÓLLER Y SUS ARTISTAS, ya que la madre de Miró (don Joan, le llamaba don Pere), también era sollerica. La caricatura que le hizo Miró, que yo he visto hace exactamente cuarenta años, y he publicado como ilustración de entrevista, tiene un origen entrañable y es cuando don Joan vuela desde Nueva York a Osaka, con motivo de la Exposición Universal, y en el punto exacto geográfico del Polo Norte se acuerda de su amigo periodista mallorquín, que era el único que entendió su arte siendo un avanzado, ya que los críticos de arte de los periódicos palmesanos, que por respeto a sus familiares no voy a mencionar, eran TODOS ANTIMIRONIANOS Y SE OPUSIERON A QUE MIRÓ PINTARA UN MURAL PARA LA SEU, GRATIS ET AMORE. Volviendo al Polo Norte, don Joan dibuja a Pere Serra, travestido de turco, con un fez coronando su testa y los mocasines (llamémosle así al calzado) de los piés, apuntan sus punteras uno hacia levante y el otro hacia poniente, ya que es de dominio público, que aunque don Pere, avanzado en arte, prensa y empresarialmente, es el típico mallorquín que espera acontecimientos DARRERA SA ROCA, nunca se ha definido políticamente, y vira a diestra y siniestra según intereses o conveniencias de la empresa. Nihil novum sub sole. Aunque yo sé, por haberlo vivido de cerca, que se entendía mejor con don Jeroni Albertí que con don Gabriel Cañellas.
Una sola vez en la vida he hablado unas palabras con Juli Ramis y fue en la desaparecida cafetería Formentor, templo del arte, la literatura, la cultura y los bons vivants. Iba acompañado de un famoso galerista que si la memoria no me falla era Piña, pero no estoy seguro, teniendo ocasión de hacerle un comentario al artista universal solleric de la colección de obras de Ramis que había acaparado, adelantándose a otros coleccionistas, don Pere Serra. Cabeceó, asintiendo, que en mallorquín significa: AQUEST REPUTA VA FER ES CAP VIU.
Con los años de la solera de la experiencia afloran vivos los recuerdos de las vivencias. Puedo prometer y prometo que en su mansión (a don Pere le pareció desmesurada la calificación)de Castellarnau, que escribí en una entrevista, mis recuerdos con el paso del tiempo se concentran en una estatua de Sant Pere, tamaño humano, en el rellano de la escalera interior, que el editor solleric, adquirió por 120 duros de la época (600 pesetas) en el Port de Sóller, convenciendo al vicario que era tan feo que asustaba a las beatas de la parroquia. Otro recuerdo era, que ya he descrito en otras ocasiones, la caricatura que le hizo don Joan Miró i Ferrà, a don Pere Serra, volando sobre el Polo Norte de Nueva York a Osaka, en la que lo trasviste de turco, que era lo que pensaba el artista universal del solleric periodista. Y para no alargarme memorizo aquellos cuadros de Juli Ramis, uno de ellos un hule de aquellos de nuestras abuelas, cubriendo la mesa de la cocina. Dicen las malas lenguas que don Pere Serra, consiguió estas obras pagando precios irrisorios, a la hermana o hermanas de Juli Ramis, que las guardaban celosamente en Sóller, argumentado que su hermano Juli, que estaba en Tánger, ya no volvería nunca más al Valle de los Naranjos. Son las leyendas que se tejen alrededor de los visionarios del arte.