Gori Marcus, gerente de la Orquestra Simfònica, ayer. n FOTO: PERE BOTA

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Desde junio, Gori Marcus tiene preparado un informe de más de 200 páginas sobre la situación de la Orquestra Simfònica de Balears. Lo dejará el domingo -día que vence su contrato- en el despacho que ha ocupado casi cuatro años como gerente de la formación, a fin de que su sucesor «esté al corriente de todo». Marcus concluye una relación de más de diez años con la orquesta, de la que también ha sido coordinador general, asesor técnico y presidente de la comisión artística. No obstante, no dejará de trabajar por la Simfònica. Después de unas vacaciones, se embarcará en un nuevo proyecto como coordinador institucional de «la asociación pro-Simfònica de Balears».

-¿Cómo deja la orquesta?

-Creo que la Simfònica se encuentra, artísticamente, en un momento muy bueno. Pese a las dificultades, la gente está con ganas y se están ofreciendo unos conciertos extraordinarios.

-Las cuentas no son tan halagüeñas.

-El Govern nos sigue debiendo 700.000 euros desde 2004 y esa deuda debería quitarse de una vez. Esto nos ha obligado a recortar conciertos y bajar los cachés de solistas y directores invitados. Para la próxima temporada, que ya está cerrada, hemos rebajado unos 115.000 euros. En estos momentos, tenemos una deuda de un millón de euros.

-¿Pero el Govern no les debe más de 700.000 euros?

-Sí. Por decreto, en 2010, se acordó una bajada del 5% del capítulo de nóminas. El Govern lo aplicó mal y lo descontó del total de su aportación anual. Esto nos dejó con unos 107.000 euros menos. Lo hemos reclamado, pero de momento no ha llegado nada.

-A pesar de que eso les suponía dificultades para pagar las nóminas.

-Se llegó a esa situación porque las instituciones no pagaban a tiempo. No era el caso del Ajuntament de Palma y, gracias a eso, podíamos pagar las nóminas. A día de hoy los músicos están cobrando al mes.

-¿Qué deja pendiente para el próximo gerente?

-La nueva sede. Lo ideal, y en lo que llevo trabajando desde 2008, es que la orquesta pueda estar en el Palacio de Congresos. Ha habido muy buenas intenciones, pero no hay nada cerrado y espero que los nuevos dirigentes se den cuenta de que no es un capricho, es una necesidad. La Simfònica lleva 23 años en un local provisional y debe tener el sitio que le corresponde. Este espacio es insuficiente. Los grupos de cámara no tienen espacio para ensayar, no hay buen aislamiento ni las mejores condiciones para grabar.

-¿Piensa que la Simfònica no tienen apoyo institucional?

-Las instituciones deben darse cuenta de que, culturalmente, la Simfònica es muy importante para Balears y deben mantener su compromiso.

-¿Cree que seguirá Salvador Brotons como director?

-Tiene contrato hasta 2012. Pero las instituciones pueden poner o quitar según les interese.

-Por cierto, ¿por qué los músicos no estaban de acuerdo con la llegada de Brotons?

-No es que no quisieran a Brotons, es que querían a Philippe Bender. Ahora están muy bien, hay mucho feeling .

-¿Hubiera continuado si se lo hubieran ofrecido?

-Nunca se me ofreció. Ahora ya no, me faltan tres días para terminar. Ahora seguiré con la dirección de la Capella Oratoriana y el coro Philippus Nerius. Además, seré el coordinador institucional de una asociación pro-Simfònica de Balears, de la que estará al frente Joseph Egger, que buscará actuaciones y salidas para la Simfònica de forma paralela al consorcio [que la rige].