El crimen de la muñeca hinchable, que cuenta con la dirección de Garbi Losada, está plagada de divertidas situaciones que, a través de un humor depurado e inteligente, «muestra que debajo de cualquier convencionalismo late un mar de anarquía y que cualquier realidad puede complicarse hasta cotas inimaginables», tal y como explican desde la producción, que corre a cargo de Ados Teatroa, Arequipa Producciones y New Atlantis.
En concreto, la obra, distribuida por Pentación Espectáculos, será representada este viernes a partir de las 20.30 horas, el sábado a las 19.00 y el domingo a las 18.00, en la Sala Gran del Teatre Principal.
La trama la protagoniza Henry Wilt, un hombre frustrado. Profesor suplente en un centro de formación profesional, da clases de literatura a alumnos que no tienen el mínimo interés en la materia. Tampoco su matrimonio es muy satisfactorio. Su única válvula de escape es pasear con su perro mientras fantasea en lo feliz que sería si, por fin, consiguiera una plaza de profesor titular y, sobre todo, si pudiera librarse de Eva.
Nada en su vida parece que vaya a cambiar, hasta que un día Eva conoce a una pareja de franceses muy «chic» que invita al matrimonio a una fiesta. En ella se producen algunos incidentes, en la línea de aquel Guateque de Peter Sellers, entre ellos la aparición de una muñeca hinchable, en cuya compañía sorprenden a Wilt y le provocará una serie de situaciones cómicas por las que terminará detenido y acusado del asesinato de su mujer.
Su versión de los hechos y las conclusiones que va sacando la policía, desencadenan una descabellada investigación que roza el surrealismo. Junto Guillén Cuervo, completan el reparto Ángel de Andrés, Ana Milán, Koldo Losada y Aitziber Garmendia.
Wilt, explican los productores, juega con el estereotipo de la corrección y la cultura, ridiculizándolo. «Se trata de una comedia que entrelaza elementos tan dispares como un profesor de literatura, su esposa desaparecida, una muñeca hinchable enterrada en hormigón, una delirante investigación policial y muchas otras situaciones surrealistas en una historia trepidante y divertida», destacan.
Tom Sharpe recibió el Gran Premio del Humor Negro en 1986. En sus novelas se encuentra un humor corrosivo, incluso a veces cruel, que divide a sus lectores entre los que lo consideran muy ofensivo y los que piensan que es un maestro del humor. Desde hace 20 años Tom Sharpe reside en la localidad gerundense de Llafranc.
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