Marga Bonnín, en la plaza de Callao de Madrid. g Foto: F. RIGO

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Un sueño hecho realidad es el que vivió el pasado viernes en Madrid la actriz Marga Bonnín (Sa Pobla, 1985), tras debutar como protagonista de Los 39 escalones, versión cómica de la obra de Alfred Hitchcock, en el Teatro Arenal, en sustitución de su madrina de escena, la actriz Beatriz Rico. Los próximos cinco viernes realizará labores de cover de Rico en el teatro de la calle Mayor, junto a la Puerta del Sol.

—¿Cómo controlaste los nervios antes del debut en Madrid?

—La verdad es que sobre el escenario no tengo tantos nervios como cuando acudo a un casting, porque ya sé que el papel es mío. Tuve los justos, porque es bueno sentirlos.

—Interpretas tres personajes, ¿cómo son?

—Son personajes cómicos: Annabella Smith es una alemana muy sensual; Margaret, una campesina con trenzas y ‘tontita', y Pamela, el papel más extenso, es la típica rubia que se hace la tonta.

—¿Al caer el telón, ¿cómo reaccionaste?

—Me puse a llorar. Vinieron mis compañeros a darme la enhorabuena. Uno de los dos directores, Eduardo Bazo, no podía acudir al teatro, pero al final me dio la sorpresa y vino a verme, nos abrazamos y lloré como una tonta.

—Eso es porque te acogieron más que bien.

—Me han tratado excelentemente. Es por lo que he estado luchando toda mi vida: debutar en Madrid. Ellos lo sabían y me han dado la oportunidad. Le doy las gracias a Beatriz Rico, desde que me amadrinó en el Auditòrium de Palma no ha parado de comunicarme todas las posibilidades de trabajo que surgían, hasta que me planteó ser su cover.

—¿En la actualidad hay posibilidades de trabajar como actriz en Madrid?

—Las hay si las buscas, pero hay que buscar mucho, tener suerte y estar en el lugar apropiado en el momento adecuado. Si luchas por lo que quieres, todo llega. He tenido que trabajar mucho y gratis, como mucha gente. Pienso que quien la sigue, la consigue, y cada uno recoge lo que siembra.

—Un sueño hecho realidad que esperas que tenga continuidad.

—Lo único que deseaba es que me dieran la oportunidad, que me vieran actuar. Que los directores sepan cómo trabajo, y si montan algo, que digan: «Esta chica se lo curra, en una semana sacó un personaje adelante».

—¿Qué tal la relación con sus compañeros de reparto?

—Es genial. Santiago Urrialde es un amor, te ríes sin que te diga nada, sólo con ver su cara. He sido la sombra de Salomón durante estas dos semanas y con Jorge de Juan hay buena relación.