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Después de un mes y medio de campaña arqueológica en Almallutx, los arqueólogos han podido confirmar que el asentamiento musulmán se destruyó a causa de un incendio como consecuencia de la Conquesta. «Ya teníamos indicios porque habíamos localizado cerámica quemada y ciertos niveles de ceniza», comenta el arqueólogo Jaume Deyà, codirector de la excavación. El trabajo de campo les ha permitido dar con una vivienda que refleja lo que ocurrió, «ardió desde dentro, se incendió lo que allí había. El fuego llegó a la cubierta que en su parte interior era de carritx y madera. Como aislante, en la parte exterior, utilizaban la arcilla». Todo está allí: La arcilla, los restos de carritx quemado, incluso las marcas del fuego.

De momento, es pronto para determinar cómo sucedieron los hechos, «sólo hemos trabajado en un 0,2 por ciento del yacimiento», pero sí que «se incendió y que todo quedó allí in situ ». La cubierta cayó sobre todos los utensilios domésticos, también las paredes. Así que los expertos han hallado «cerámica pequeña, grandes tinajas, un molino de grano manual, restos del eje del portal de entrada, una jofaina», entre otras cosas.

Tras el trabajo de campo, los arqueólogos inician el estudio en el laboratorio remontando piezas, y analizando sedimentos y restos de semillas que les permitan conocer más datos sobre «cómo se organizaban, cómo estaban hechas las estructuras y distribuían las viviendas, de qué se alimentaban», y, especialmente, dar un paso más en «el tema agrícola» y disponer de más información sobre «cómo se cultivaba en la Serra en época musulmana».

El trabajo de excavación llegó después de meses de hallazgos importantes vinculados al yacimiento. Bajo el Gorg Blau aún no han encontrado restos humanos, pero sí en dos cementerios vinculados a Almallutx y, según está documentado, en cuevas. Los arqueólogos tienen la tesis de que uno de esos cementerios es anterior a la Conquesta y otro durante ésta. Las lluvias, no las más recientes, dejaron a la luz importantes restos. «Nos encontramos un cementerio a rebosar», cuenta Deyà, quien describe que los cuerpos «están unos junto a los otros, prácticamente se tocan los huesos. Pero no están amontonados». El volumen permite hacerse una idea de la cantidad de población que tuvo el asentamiento.