Carme Riera, en el salón de plenos de la RAE durante su primer día de trabajo oficial. | José Sevilla

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«Es un lugar solemne, que te impone, con mucha solera y 300 años de historia, lo que se nota. Me he sentido muy bien acogida». Lo afirmó el pasado jueves la escritora y catedrática Carme Riera en su primer día de trabajo oficial en la Real Academia de la Lengua Española (RAE), mes y medio después de su ingreso, presidido por la Princesa de Asturias, Letizia Ortiz.

Cada jueves a las seis de la tarde hay comisiones, y a las siete y cuarto pleno en la RAE, al que están convocados los 46 académicos, de los que suele acudir la mitad a causa de avanzada edad o porque viven lejos de Madrid.

Riera llega a media mañana en el AVE de Barcelona y se marcha por la noche. «Al entrar, lo primero que hago es usar el perchero donde está mi nombre, al final, claro, porque he sido la última académica nombrada», explica. Su percha está junto a la del traductor y experto en alemán Miguel Sáenz. En este primer día, en esta zona, coincidió con el latinista Juan Gil.

Antes de su elección, en abril de 2012 (la ceremonia de ingreso tuvo lugar el 7 de noviembre pasado), de la RAE «conocía a su director, José Manuel Blecua, una de las personas para mí más importantes en la Universidad y que, en este sentido, lo puedo considerar como mi maestro; además, tengo colegas como Darío Villanueva, el secretario de la Academia de la Lengua, y otros amigos como son los escritores Luis Mateo Díez y José María Merino». Cuando se le nombra a uno de los académicos más populares, el escritor Arturo Pérez-Reverte, indica que «se sienta cerca de mí, e interviene mucho en los plenos».

En la comisión de las seis de la tarde, «revisamos palabras para la nueva edición del diccionario de la RAE» -prevista para 2014-, «y eso, para mí, como escritora y profesora de literatura, es interesante porque así puedo detectar las palabras con una marca sexista importante e intentar que no la tengan en el futuro», reconoce.

En esta comisión, «un lexicógrafo de la RAE trabaja con nosotros durante una hora revisando palabras y tomando notas de lo que decimos. Después se celebra el pleno, la reunión de todos los académicos para tratar asuntos que tienen que ver con el trabajo hecho, cuestiones de reglamento o, ahora que finaliza el año, con los presupuestos».

Sufragio

En el último pleno se votaron los cargos de la RAE, siendo elegidos por sufragio secreto los mismos que lo fueron cuatro años atrás. «Yo no puedo votar hasta que no haya acumulado doce asistencias al pleno», indica la literata. Después, la autora de Te deix, amor, la mar com a penyora se marcha a casa con trabajo pendiente.

En su estreno como académica con sillón propio, recibió una carta de un ciudadano que le pedía una copia de su discurso de ingreso, titulado Sobre un lugar parecido a la felicidad -225 páginas dedicadas a la Mallorca preturística-, y que en el sobre le adjuntaba su última colaboración en Abc , un artículo homenaje a Doris Lessing.