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Ricardo Sicre fue uno de esos tantos españoles que exiliaron tras la Guerra Civil. En 1942 se instaló en Estados Unidos, allí empezó su trabajo en los servicios de inteligencia, pero antes estuvo en Inglaterra. Allí conoció a Robert Graves, dicen que el escritor se acercó a él al oírle hablar en catalán en una peluquería de Londres. Fue el inicio de una estrecha amistad, que determinó que Sicre adquiriera una propiedad en Llucalcari en los cincuenta y que parte de sus restos mortales descansen en el fondo de la bahía de Palma. El sábado, en el Festival de Málaga, se estrenerá un documental sobre la vida de este hombre que logró un gran patrimonio como empresario y que atrajo a Mallorca a personajes como Rainiero de Mónaco, o Ava Gaddner. La dirección es de Marta Hierro, Pablo Azorín y Alberto Jarabo.

Agente Sicre, el amigo americano es la única producción balear que se podrá ver este año en Málaga, dentro de la sección Sesiones Especiales. El documental expone la historia de este catalán, «que trajo Pepsi a España» y que se convirtió en uno de los máximos representantes de los intereses de Estados Unidos en la España franquista, para adentrarse en otros asuntos, como las relaciones hispano-americanas en los años 40 y 50.

«Fue un hombre rico, discreto, con grandes influencias y contactos», explica Pablo Azorín, quien define al personaje como «un pragmático». Sicre combatió por la república, fue espía, lideró la operación Banana y después se dedicó a los negocios hasta lograr una importante fortuna. Aficionado a los toros, apasionado del mar, el catalán fue amigo de Hemingway, el Rey, Dalí, Narcís Serra o Cristina Macaya.

El documental, seleccionado entre 437 trabajos en Málaga, está producido por RTVE, IB3 Televisió y Quindrop Producciones Audiovisuales, y se prevé un preestreno próximamente en Palma.