Limpió las telarañas que recorrían la estructura de su bajo hace siete años al decidir regresar a la música. El banquero Eloy Pardo (Barcelona, 1956) estaba actuando en un garito de la Platja de Palma cuando un hombre de su edad se acercó al escenario y le susurró: «¡Joder, Eloy, eres tú!». Era un cliente del banco. Le resultó imposible mantener su hobby en secreto y optó por una nueva identidad. Mutó en Still Morris. El relato del banquero roquero, tras aparecer en una contraportada de La Vanguardia, cautivó a la editorial Plataforma, que le propuso escribir un libro, Cambio de ritmo, que saldrá al mercado a principios de octubre.
«De entrada dije que no me veía capaz. Enfrentarse a 200 páginas en blanco y explicar una historia no es tan fácil», subraya Eloy Pardo, director general de la Banca March. Inmerso desde hace cuatro décadas en el sector financiero, el autor desmitifica algunos «clichés» de la banca. «Es un sector que ha pasado de ser respetado y envidiado a estar, francamente, en decadencia en cuanto a prestigio», apostilla.
Su incursión en la música se remonta a principios de los años 70 en Barcelona. A finales de aquella década la abandonó «porque vas asumiendo nuevas responsabilidades en el trabajo».
En su mejor momento profesional, hace siete años, recibió dos impactos, el fallecimiento de dos amigos. «Me entró una especie de reflexión sobre lo que queremos ser y lo que hacemos. Era una época en la que yo estaba prejubilando y despidiendo a mucha gente. Tuve la necesidad de retomar el tiempo perdido, mi gran pasión, la música», recuerda.
Absorbió tiempo de su agenda de director general. Salía a las 21.00 de la oficina y a las 23.30 estaba en el local de ensayo. Gestó su disco de debut en los estudios de Toni Noguera codeado por un plantel de músicos de primera división: Luis A. Segura, Ángel Cubero, Pepe Milán, Víctor Uris y John Tirado. Después vino su segundo trabajo, Face to face (2011) y actualmente está enrolado en la gira de su última referencia, Second hand rain.
Eloy Pardo ya no percibe diferencias con su álter ego. «Cuando empecé, sí. Uno era el tío correcto, el ejecutivo agresivo y políticamente correcto. Me he sentido más a gusto como Still Morris tomando cervezas recalentadas y pizzas frías al acabar un concierto en cualquier pueblo que no en una comilona de estrellas Michelin representando al banco. Retomé esa pasión por las cosas auténticas y esto es un poco lo que viene a decir el libro».
Es la historia de Eloy Pardo, un banquero roquero que se transformó en Still Morris cuando un cliente del banco le reconoció encima del escenario de un garito de la Platja de Palma. «Me hace más feliz la música, indiscutiblemente. Me da la compensación de la asepsia afectiva que tiene la banca», sentencia.
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Vaya doble moral de este impresentable que se equivocó de profesión. No nos hagas creer que eres un sentimental que ya sabemos como las gastas con los que te rodean. Jubílate de una vez, dedícate a lo tuyo y dejar vivir a los demás.