Magdalena Rosselló y Francesca Niell observan las pinturas restauradas del ‘lligador’. | Pere Bota

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El lligador del Casal Solleric, una pequeña habitación anexa a una de las alcobas principales de la casa, y que equivaldría al cuarto de baño, sala de aseo o tocador actual, permanecerá abierto al público tras la restauración de las pinturas decorativas del techo, que se encontraban en muy mal estado. Un año han durado los trabajos de rehabilitación de la pieza y de unos paisajes bucólicos que Catalina Cantarellas, historiadora del arte de la Universitat de les Illes, ha datado en «la mitad de los años setenta del siglo XVIII». Fue en un informe sobre el valor histórico artístico de esta obra, encargado por la Regiduría del Ajuntament de Palma, en vistas a la recuperación de la estancia.

Quienes asistieron el pasado jueves a la inauguración de la exposición de fotografía Toni Catany, D’anar i tornar, que ocupa la planta noble del Solleric, fueron los primeros en disfrutar de este ejemplo de pintura rococó que se «inscribe en el mundo de la chinoisserie, que se pone de moda en el XVIII, tanto en las representaciones teatrales como en las casas», apunta Cantarellas. En referencia al autor de las mismas, descarta la atribución al italiano Anton Soldati, escultor y estucador que trabajó en la construcción del casal. De momento, la historiadora señala que «artistas mallorquines, como el pintor Mateu Banús y el dorador Josep Arbón participaron, bajo la dirección de algún desconocido», en esta decoración, y que «no se descarta la presencia» de un artista italian.