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Recibir unos tapones para los oídos a la entrada de un concierto de Triángulo de Amor Bizarro puede sonar conservador, o tan sensato como distribuir preservativos en una orgía estudiantil. El aquelarre de electricidad que generan sus guitarras no hay que tomárselo a guasa. El cuarteto gallego encabeza la segunda edición del Idò Festival (29 de julio), un evento con base en el Cuartel General Luque de Inca, por el que asomarán otros nombres de la independencia musical como Odio París y Kokoscha; así como referentes de las nuevas vanguardias como el DJ británico Ben Pearce.

Excéntricos, originales y explosivos, todos los calificativos encajan en Triángulo de Amor Bizarro, una banda que desde su debut en 2007 no ha parado de crecer y acaparar premios y fans. Salve discordia, su cuarto largo, fue calificado como una de las apuestas independientes más destacadas del pasado año. En este trabajo, la banda amplía sus recursos y clarifica sus ideas. Aunque el ruido, el nervio y la actitud siguen siendo sus pilares innegociables. Pocas bandas del panorama nacional brillan al conjugar intensidades post punk con psicodelia y noise. Los gallegos van más allá: tejen atmósferas con la credibilidad marmórea de My Bloody Valentine y la áspera elegancia de The Jesus & Mary Chain. No hay más. Ni, desde luego, menos. A partir de ahí es todo una lograda reiteración que funciona disco tras disco, canción a canción, inyectando clase y pedigrí a cualquier evento que se haga con sus servicios. A su crudeza de sonido se suman unas letras descarnadas que conquistan desde su encanto nihilista, aunque no por ello dejan de apelar a las emociones.

En el capítulo de la música electrónica, y más concretamente en el apartado deejay, el festival tendrá en Ben Pearce a uno de sus grandes agitadores. El mancuniano es uno de los mezcladores más relevantes de la escena deep house, cocina con ingredientes tan dispares como el punk, el hip hop, el pop y el funk. Y regresando a los sonidos de guitarra, no podemos olvidarnos de Kokoshca, una de las bandas revelación del pasado año. Los navarros son un delicioso cajón desastre donde caben destellos de Lou Reed, Serge Gainsbourg, New York Dolls o Yo la Tengo. En cuanto a Odio París, hablamos de una banda que fusiona shoegazing y noise con melodías pop, muy al estilo de los neoyorquinos The Pains Of Being Pure At Heart.