Juan Manuel Cañizares. | Joan Torres

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La relación entre Juan Manuel Cañizares (Sabadell, 1966), la guitarra y el flamenco puede explicarse a partir de una única referencia: «En mi casa solo escuchaba el cante de mi padre y la guitarra de mi hermano». No es de extrañar, pues, que a los seis años ya rasgara las cuerdas. Su pasión le ha llevado a ganar el Premio Nacional de Guitarra, a compartir escenario con la Filarmónica de Berlín y a tocar durante diez años con Paco de Lucía, etapa que define como una «masterclass, un día tras otro».

A las 20.00 horas de este jueves, en el Auditòrium de Palma, Cañizares interpretará junto a la Orquestra Simfònica de les Illes Balears (OSIB) el renombrado Concierto de Aranjuez, una de las tres obras programadas para la segunda cita de la temporada de la OSIB. «He tenido la oportunidad de ensayar con la orquesta y con el director, Joji Hattori, y las sensaciones han sido inmejorables», apuntó el guitarrista. «Ambos tienen un gran sentido del ritmo y de la afinación, y esto permite que se establezca un diálogo maravilloso entre las partes». Sobre el Concierto de Aranjuez, destaca el matiz que el flamenco permite aportarles a los movimientos primero y tercero, gracias a la naturaleza rítmica del género, que «casa muy bien con la pieza».

Al respecto, Cañizares destaca que, hoy en día, el flamenco se ha convertido en un arte transversal: «la guitarra clásica y la flamenca se han hermanado. Considero que es un fenómenos muy positivo. Se podría decir que es la hora del diálogo musical». A pesar de tener fama de ser un estilo muy pasional, el compositor asegura que, encima de un escenario, lo más importante es alcanzar un «equilibrio entre cabeza, corazón y manos. Ninguno de los tres elementos por separado funciona, y en el flamenco no es una excepción». Actualmente, Cañizares se encuentra grabando un nuevo disco de composiciones propias. «Estoy buscando algo que me sorprenda a mí mismo, pero siempre desde lo reconocible. No me gusta que mi música suene a algo que no soy yo».