Paul Collins, un artesano del power pop clásico.

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A sus 64 años, Paul Collins -fundador de los míticos The Nerves y The Beat, y uno de los pioneros del sonido power pop- está más activo que nunca. El cantante, percusionista y guitarrista neoyorquino acaba de poner en circulación In and out of my head, primer adelanto del inminente Out of my head, un álbum con once cortes inéditos repleto de energía, sencillez y buenas maneras, que verá la luz en octubre. Inmerso en una gira que conecta las dos orillas del Atlántico, el artista aterrizará el próximo 7 de septiembre en Sart Club de Inca, arropado por Pol Font y Genís Gálvez del grupo mallorquín Monxos.

Al frente de The Nerve y The Beat, Collins se caracterizó por alumbrar canciones que no hacían concesiones comerciales. Ese espíritu underground nunca interfirió en su exquisita forma de acunar la melodía. 40 años después, su nombre sigue incrustado entre los más influyentes de la historia del power pop, un género que combina la frescura cristalina de The Beatles con la contundencia del rock.

Con su inimitable timbre vocal, Collins se granjeó una fama que le precede desde principios de los 80, cuando los críticos comenzaron a citar sus discos entre los más destacados, considerándolos un relevante eslabón entre el pop clásico de guitarras y los sonidos de la entonces en boga new wave. Sin embargo, a pesar de sembrar la semilla de un nuevo género, la fama de Paul Collins fue tan radiante como fugaz. Aunque eso no le ha impedido labrarse una trayectoria fogueada con guitarrazos directos, voces sugerentes y una magnífica capacidad para atrapar al oyente.

En un tiempo en el que la guitarra parece relegada por otras formas más sofisticadas de hacer música, los acordes efusivos del neoyorquino insuflan un rayo de esperanza al siempre excitante mundo de la orfebrería pop. Sus argumentos no han cambiado, son los mismos de siempre: canciones potentes que no se complican con florituras innecesarias; un estilo tan simple como inspirador, venerado por sus seguidores incondicionales, que le aprecian y agradecen que se mantenga fiel a su ideario.