¿Cómo se conocieron?
—Maria del Mar Bonet: Conocía algunos trabajos del maestro Vitier y ya quería proponerle hacer algo juntos cuando un día, de repente, veo que actúa en el Auditòrium de Palma. Así que me presenté allí, de la manera más osada, mientras estaba ensayando.
—José María Vitier: Oí por primera vez su música cuando estaba preparando un disco de canciones mías en España. Un álbum en el que finalmente estarían José María Cano o Luis Eduardo Aute, entre otros. Maria del Mar me encantó, pero no pude incluirla, como tampoco otros que me gustaron.
Se profesan mucha admiración.
—J.M.V.: Siempre digo que, si nos tenemos que definirnos con una palabra, somos artistas, no músicos. Maria del Mar, igual que me pasa a mí, concibe su trabajo en un sistema de vasos comunicantes culturales donde la música es uno de esos vasos, pero también concurre la poesía y, en general, la literatura. Incluso las artes plásticas. Maria del Mar tiene todo esto y esa voz que enamora a primera oída.
—M.M.B.: En el primer encuentro en el Auditòrium, él empezó a tocar la melodía que le había dicho y empecé a cantar el texto que tenía.
Entonces todo empezó con ese texto de Maria del Mar Bonet.
—J.M.V.: Es una operación poco frecuente, pues normalmente el músico busca los textos y les pone música. Pero precisamente por esa característica que ella tiene, que también es poeta y pintora, hizo la operación inversa. Se apropió de la melodía y creó una nueva canción, una danza habanera. Se trata de Danza de fin de siglo, una canción mía que aparece en el filme El siglo de las luces, de Solás, inspirada en la novela de Carpentier.
Ultramar es la fusión entre la cultura de dos islas: Cuba y Mallorca. ¿Tienen mucho en común?
—J.M.V.: El nacer isleños nos hermana en la percepción de las cosas. En las islas, el horizonte es muy importante y el mar nos marca. Cuando uno llega a una isla se siente un descubridor, más que cuando llega a tierra firme. Las islas también tienen el romanticismo de los adioses, las despedidas, las costas, los barcos, de lo que se pierde en el horizonte y el ansia de viajar.
Hay gente que dice que vivir en una isla agobia.
—M.M.B.: Eso lo dicen los que no son isleños. Hay quien me pregunta si no se te cierran oportunidades o cosas así. Y es totalmente al revés, está todo abierto, todo son caminos posibles.
—J.M.V.: Creo que, aunque suene pretencioso, nosotros hemos creado un espacio sonoro que hasta ahora no existía.
¿El espectáculo es una extensión de Ultramar?
—M.M.B.: Creo que es un camino empezado en Ultramar, pero que va por otros derroteros. Ha salido de esta amistad, de este diálogo musical, de ese gustarnos en todo lo que hemos hecho hasta ahora como músicos. Es un camino muy bonito que, para mí, no tiene final.
Hay mucho amor en el proyecto.
—M.M.B.: Mucho. De hecho, hay dos canciones con este título: Amor, basado en un poema del padre de José María, Cinto Vitier, y Amor de indio, canción que oí en una gira que hice con Milton Nascimento y que es de Beto Guedes.
La gira empezó en una fecha señalada, 8 de marzo, Dia de la Dona.
—M.M.B.: Sí, por eso incluí una canción dedicada a las mujeres, Nosaltres les dones, basada en el poema de Edith Södergran. Todos los recitales que hacemos este mes rinden homenaje a las mujeres.
—J.M.V.: Es una lucha de la humanidad, de los seres humanos decentes, no de las mujeres. Esas desigualdades se resolverán entre todos y es una obligación de todos. Creo que la mujer es un ser más perfecto que el hombre.
1 comentario
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Esta catalanista lo que tiene que hacer es seguir en Cataluña. No nos hace falta para naaaaaada por aquí. Y lo que canta....tela. Se la escucha menos que a la gallina Caponata.