El diseñador de moda firma el vestuario de 'Lélisir d'amor', que se estrena este domingo en el Teatre Principal de Palma. | M. À. Cañellas

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Es uno de los diseñadores predilectos de la Casa Real y en el año 2016 fue distinguido con la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes. Ahora, Lorenzo Caprile (Madrid, 1967) firma el diseño del vestuario de la ópera L’elisir d’amore, de Donizetti, que dirigen José Martret (escena) y Yi-Chen Lin (música), y que se estrena este domingo a las 18.00 horas en el Teatre Principal de Palma. También habrá funciones los días 1, 3 y 5 de mayo.

¿Qué vestidos de esta obra ha diseñado?

—Los dos cambios de la protagonista, Adina, y un vestido que lleva en el segundo acto Gianetta, que sería la segunda protagonista de la ópera, amiga íntima de Adina.

¿Cómo son esos vestidos?

—Los de la protagonista tienen un patrón muy similar, es una idealización de esa moda muy femenina de los años cincuenta y primeros sesenta, muy ajustados y faldas con mucho volumen. Esto permite a la protagonista moverse muy bien en la escena y jugar con ellos. Ella es la guapa del barrio y filtrea con todos y son trajes que le permiten ese coqueteo. En cuanto a la confección, es un estilo que domino bastante bien, es el de mi taller. Por su parte, el de Gianetta es muy diferente y sigue otra de las tendencias de la época: línea lápiz, muy ajustado, con algún detalle asimétrico. Ambos son muy de mi estilo: sexys, de alfombra roja.

¿Cómo surgió este proyecto con el Teatre Principal?

—Fue algo muy natural. Hace muchos años que Martret y yo nos conocemos y tenemos una relación maravillosa. Me comentó que le habían propuesto dirigir L’elisir d’amore y me ofrecí a diseñar el vestuario. Ya hemos trabajado juntos y tenemos una maravillosa relación de amistad.

José Martret, el director del montaje, ha ideado una ópera particular.

—Es particular en cuanto a la ambientación, porque en el fondo, gracias a Dios, no le ha buscado, en mi humilde opinión, ningún significado profundo ni ninguna segunda lectura intelectual ni una de esas cosas sesudas que últimamente vemos en la ópera. Su idea de ambientación me parece brillante, el que traiga esta ópera que se estrena en el Teatre Principal a ese mundo glamuroso del primer turismo en Palma. Son esos idealizados años sesenta, cuando se empezaron a construir aquí esos primeros hoteles fabulosos llenos de color que significaron un soplo de aire fresco en esa España un poco oscura que empezaba a abrirse al mundo. En ese sentido Palma fue pionera.

¿Ha tenido que enfrentarse a algún reto en este proyecto?

—El reto ha sido sobre todo el coro, porque es enorme, de cerca de 70 personas, y tiene mucho protagonismo. Además, cada uno de ellos se cambia hasta en tres ocasiones.

Acaba de presentar de nuevo su libro De qué hablamos cuando hablamos de estilo.

—Se editó por primera vez en 2015 y ahora, aprovechando el éxito del programa Maestros de la costura [que se emite en TVE] que ya vamos en camino de la tercera temporada, la editorial ha querido refrescarlo. Espero que se convierta, no en un bestseller, sino en un libro de referencia, en un clásico para todos aquellos a los que le gusta este mundillo del trapo, de la moda, la confección. Es un volumen muy pedagógico, didáctico, un poco lo que digo en el programa. No es un ‘esto sí, esto no está de moda’, porque no es mi estilo pontificar, cada uno es libre de vestirse como quiera; sino cómo distinguir un buen tejido, un buen corte...

¿Qué momento está viviendo la moda en la actualidad tanto en España como fuera?

—Creo que está en una situación un tanto extraña, no me atrevo a decir si buena o mala. Nunca habíamos tenido tanta información, tantos blogs, influencers o programas de televisión, como el nuestro también. Pero eso contrasta con la calle, que es muy plana. La gente viste prácticamente igual, hay un miedo a llamar la atención, a destacar.