La escritora María Dueñas, en una imagen reciente.

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En plena celebración del décimo aniversario de El tiempo entre costuras, María Dueñas (Puertollano, Ciudad Real, 1964) protagonizará un encuentro «muy especial» con el público este lunes 19, a las 21.00 horas, en el Club Pollença, donde conversará con su editora Raquel Gisbert.

¿Cómo llega María Dueñas a Pollença?

—Era una petición de hacía unos cuantos años y ahora se ha podido cumplir. Me hace mucha ilusión. Todo ha sido a través de mi editora Raquel, que es una mallorquina de adopción y conoce a gente tan interesante como la que lleva el Club Pollença. Será algo ameno, donde los lectores podrán asistir a un recorrido a lo largo de mis cuatro novelas.

Pero no es la primera vez que viene a la Isla.

—No, a finales de 2012 participé en la celebración del Any Juníper Serra presentando mi última novela de entonces, Misión olvido, basada en las misiones de Juníper Serra en California.

Se cumplen diez años de la publicación de su primera novela. ¿Le tiene un cariño especial?

—Te encariñas con todas, aunque es verdad que cuando sacas un libro nuevo éste remplaza cierto grado de atención que ocupaba el anterior. Sin embargo, en mi caso todos están muy presentes. La templaza porque ya están rodando la serie de televisión y estoy participando en el guion; El tiempo entre costuras porque estamos celebrando su décimo aniversario con varios actos que acaparan mi atención y la última, Las hijas del capitán porque también a final de mes iré a Washington DC para participar en el National Book Festival que organiza la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos.

En estos años, ¿cómo ha evolucionado su manera de escribir?

—No ha sido una evolución drástica, sino acorde con pautas y necesidades de cada momento. Seguramente el cambio más radical que he vivido en ese sentido fue entre El tiempo entre costuras y Misión olvido porque dejé de ser profesora universitaria y pasé a dedicarme exclusivamente a la escritura y a la promoción de mis libros. Cada novela es distinta, pero el patrón generacional es más o menos similar.

¿Cuál es?

—Durante los primeros meses te dedicas a documentarte y a establecer la espina dorsal de la novela. Después ya viene el diseño de los personajes y los escenarios y, lo que dura año o año y medio, que es la etapa más creativa, la propia redacción de la novela. La tercera fase es la de corrección y revisión, que incluye más el equipo editorial. Es decir, todas mis novelas tienen variedades en el guion, pero más o menos la misma estructura. Es un proceso bastante similar al del mundo académico, que es estructurado y aplico los procedimientos que me funcionan bien.

¿Echa de menos ese mundo?

—Lo que más echo en falta es el día a día con mis compañeros, trabajar en proyectos desde cero y remando hacia una misma dirección. El trabajo del escritor es más solitario, aunque tienes un editor o agente con el que hablas y discutes. Echo de menos ese contacto y trabajo en equipo, aunque lo bueno es que planifico mis horarios. Por otra parte, las clases que impartía eran bastante interactivas y ahora los rostros han cambiado por el de los lectores, que te cuestionan y te comentan.

Es doctora en filología inglesa y el mundo anglosajón está muy presente en sus novelas.

—Sí y también mis novelas están traducidas al inglés, con diferentes ediciones en Gran Bretaña, Estados Unidos y Australia. En El tiempo entre costuras tenemos a Rosalinda Powell Fox; en Misión olvido la historia transcurre en un campus universitario estadounidense; La templanza habla del comercio del vino de Jerez con Inglaterra en el siglo XIX y Las hijas del capitán se desarrolla en el Nueva York de 1936. En definitiva, el componente anglófilo no falla.

Las hijas del capitán plantea una reflexión sobre la emigración un tema que, por desgracia, es de actualidad con el drama de Open Arms. ¿Qué opina?

—Me genera una enorme tristeza. Se nos olvida que el pueblo español es eminentemente emigrante. Ahora somos el primer mundo y nos va bien, aunque tengamos problemas. No nos acordamos de que no hace tanto, hace 70 o 80 años, nos moríamos de pena y no teníamos ni para comer, por lo que nos fuimos en busca de un futuro en otro país. Tener que adaptarse a un país extranjero y que te traten como ciudadano de tercera clase es una experiencia desgarradora. Cerrar las puertas y bloquear la llegada de gente que solo quiere vivir de forma honrada y huye de una situación insoportable es terrible. Aquí hemos tenido un efecto rebote y nos hemos convertido en los nuevos ricos, dejando atrás las sensibilidades.

¿Qué más puede avanzar de sus proyectos futuros?

—Estoy trabajando en mi quinta novela, pero va a un ritmo más lento del que pensaba porque estoy con otras actividades, como la participación del festival de la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos. Por otra parte, la serie La templanza se estrenará en Amazon Prime en 2020, siendo la primera serie española para esta plataforma. Es una serie original de Amazon Prime, con la colaboración de Atresmedia Studios y producida por Boomerang. A diferencia de El tiempo entre costuras, que se hizo con Antena 3 y luego dio el salto internacional, La templanza ya se ha hecho con vocación internacional.