Primero fue Samantha Hudson, ahora Júlia Colom. Dos artistas y perfiles muy diferentes, pero al mismo tiempo con algo en común: originalidad y carácter único. ¿Qué le atrae de este tipo de documentales?
—Lo que hace especial y me atrae de ambas artistas es que están en un momento de crecimiento artístico y de búsqueda musical muy interesante. El retrato de ese proceso, sumado a su faceta personal y a que ambas son de Mallorca, me llevó a contar sus historias. Me parece muy estimulante rodar los inicios de algo, quizás documentar sobre artistas consagrados no es tan divertido.
¿Cómo se inició este proyecto?
—Durante la primavera del 2019, Júlia me habló sobre su trabajo final de carrera, que consistía en entrevistarse con personas mayores para aprender a cantar las tonades mallorquinas, que estaban desapareciendo porque ya no se trabaja en el campo. Pensé que sería interesante registrar canciones que durante años se habían enseñado entre generaciones de boca a boca. Después el proyecto fue creciendo y durante el Atlàntida del año pasado decidimos que aquello tenía que convertirse en un largo.
¿Qué le ‘sedujo' de Júlia Colom?
—Musicalmente, el trabajo que está haciendo Júlia me emociona. A la vez, me vi reflejado en una generación de artistas que vivimos a caballo entre Mallorca y Barcelona. A partir de aquí fue muy fácil trabajar con ella y todo su entorno.
La película habla de tradición, de recuperar el folclore y de su renovación, y en el caso de Júlia, es casi una necesidad. ¿Han olvidado las nuevas generaciones toda esa herencia del pasado?
—Creo que en Mallorca hay mucho respeto por las tradiciones y el folclore, sobretodo en la Part Forana, en pueblos como sa Pobla incluso tienen escuelas de glosadors o de ximbomba, donde la mayoría de alumnos son jóvenes. Lo que sí que es cierto es que nuestro folclore necesita una renovación generacional para hacerlo atractivo.
¿Por qué Sempre Dijous?
—El jueves es ese día desde el cual vemos el fin de semana. Es ese día en el que trabajamos por la mañana y nos divertimos por la noche. Es como vivir entre dos mundos. Y en ese límite es donde está Júlia, entre la música popular y los ritmos urbanos, entre Barcelona y Mallorca. En un eterno jueves.
El estreno será en el Atlàntida Film Fest, pero al mismo tiempo el evento servirá para terminar de rodar la película.
—Pues la verdad, en este caso ha sido convertir un problema en una oportunidad. Justo acabamos de rodar la película dos días antes de que se decretase el estado de alarma y al acabar el montaje nos dimos cuenta que la película se merecía un final más épico. Jaume Ripoll –director editorial de Filmin y del Atlàntida Film Fest– nos ofreció el contexto del festival para rodar el tercer acto y no nos lo pensamos dos veces.
¿De qué manera ha afectado la pandemia a la producción de esta película?
—Como le he comentado, el estado de alarma nos sorprendió al acabar el rodaje y no nos quedó otra que idear un plan de trabajo a distancia. El montador –Eric Monteagudo–, el guionista –Álvaro Augusto– y el productor –Martí Torrebadella– estaban en Barcelona y yo en Mallorca. Montamos el filme a través de Skype y nos enviábamos discos duros con el metraje a través de empresas de mensajería. Al principio nos costó mucho trabajar fuera de la sala de montaje, pero conseguimos acabar la película.
Samantha Hudson y Júlia Colom pertenecen a una misma generación, que es también la suya. ¿Solo alguien coetáneo a ustedes puede contar sus historias con la veracidad necesaria?
—Creo que cualquiera puede contar las historias de nuestra generación, pero sí que es cierto que los nuevos lenguajes narrativos y el punto de vista ‘millennial' son capaces de explicar los problemas, las inquietudes y los deseos de nuestra generación. Es complicado acercarse a un público joven cuando la perspectiva es de una persona que ya ha pasado por esa etapa de la vida de una manera muy diferente a la nuestra.
El audiovisual es uno de los sectores más golpeados por la crisis del coronavirus. ¿Cómo ve un joven cineasta como usted el futuro de la industria?
—Sí que es cierto que muchas producciones han quedado pausadas y algunas no se reanudarán por el momento, entiendo que hay una cierta cautela por parte de las productoras y que rodar con protocolos sanitarios es caro y engorroso. Pero también es cierto que durante los últimos meses se han consumido productos audiovisuales como nunca antes. Creo que eso nos tiene que dar esperanza en cuanto al crecimiento del sector.
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¿Nadie se acuerda entonces del magnífico y rico "Cançoner Popular Mallorquí" del pare Ginard?