Bel Fullana, delante de una de las obras que conforman la muestra ‘Miau Planet’, en la Fran Reus.

TW
0

Humo que se transforma en niebla, oscuridad levemente iluminada por luces de neón, hojas secas de buganvilia esparcidas por el suelo, una suerte de vertedero. Estos son algunos de los elementos que hacen que la nueva exposición de Bel Fullana, Miau Planet, ubicada en la Planta -1 de la galería Fran Reus, parezca un túnel de una casa del terror, con un toque «hortera» que bien podría ser la de la Fira del Ram.

La propuesta, que podrá verse hasta el próximo 19 de noviembre, fue concebida durante un mes y medio de confinamiento «autoimpuesto» por la propia artista, un método que le resulta eficaz cuando tiene poco tiempo para terminar un proyecto.

«En julio tenía que ir a Arco y desde enero hasta junio decidí encerrarme en el estudio que tengo en casa, en fora vila, Son Carrió. Me funcionó. Así que volví a aislarme para preparar la Nit de l'Art. Estuve pintando trece horas al día durante mes y medio. Solamente tenía la compañía de la la luna, mis dos perras y una oveja. Eché a volar la imaginación, me empapé también de todo lo que veía en Instagram, que era muy fantasioso», cuenta.

Con Miau Planet –la segunda exposición individual de la artista en la Fran Reus tras La isla bonita– Fullana prosigue con su línea estética, aunque tal vez llevada al extremo.

En este sentido, reconoce que en esta exposición predomina más la fantasía, el «ambiente tenebroso y sádico», el «futurismo alienígena», las fiestas rave, lo callejero, la violencia y el sexo desenfrenado.

Por todo ello, el sótano de la Fran Reus se convierte en el escenario del crimen perfecto al que serán testigos los espectadores que se adentren en las entrañas de la Fran Reus.

«Me gusta el cubo blanco, las exposiciones minimalistas y limpias, pero esta vez me he ensuciado», reconoce Fullana, que ha recogido materiales de su casa, como palets de madera y hojas secas de buganvilia para «crear la sensación de que el espectador está en un descampado». Asimismo, la música, aunque no de forma explícita, es un «referente» para la autora, que destaca nombres como Die Antwood y Grimes.