Después de dos años de impasse por la pandemia, la galería Marimón reabre sus puertas y lo hace en un nuevo hogar: en Palma. El espacio que nació en 1998 en Can Picafort, siendo la única galería del municipio de Santa Margalida y de las pocas de la zona, a excepción de la Maior o de la Dionís Bennàssar, ambas en Pollença, regresa con un proyecto renovado en Ciutat. La nueva ubicación es la calle de Can Serinyà, 5A, justo detrás del emblemático Forn Fondo, muy cerca de Can Balaguer y de CaixaForum. La artista plástica Carlota Pereiro, diseñadora para el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza de Madrid, será la que inaugurará el centro el próximo 14 de julio.
«Hace dos años que todo se paró por culpa del COVID y, desde entonces, he trabajado exclusivamente en trasladar la galería a Palma. Para mí la ciudad más bonita del mundo y debería ser un Ferrari a nivel cultural. Buscamos consolidar la marca Marimón y aportar al mundo de la cultura», cuenta Biel Perelló, responsable del espacio. «Todavía no hemos abierto y ya notamos que el funcionamiento es muy diferente. Por ejemplo, en Can Picafort no había competencia, no era tan complicado traer artistas. En cambio, en Palma, es más complicado porque muchos creadores ya tienen cerrado sus proyectos con las galerías», compara.
Filosofía
La filosofía, puntualiza, también es un tanto diferente, aunque la esencia no cambia. «En Can Picafort programábamos once exposiciones anuales, es decir, prácticamente una al mes, menos en diciembre, que descansábamos porque había menos trabajo. Y, al tener que montar y desmontar, cada muestra solo podía verse durante veinte días. En este caso, el cambio es radical: tendremos seis exposiciones anuales, una cada dos meses, así tendremos más margen para trabajar con el artista y cuidar más a los clientes. En definitiva, el trato será más cercano. Además, el nuevo espacio es más reducido, en el de Can Picafort había sitio para entre 25 y 30 obras, mientras que en Palma podrán exhibirse una decena. Los pintores estarán también más cómodos para producir sus creaciones de acuerdo con la sala», matiza.
Sobre el tipo de arte que quieren exponer, Perelló avanza que está interesado en trabajar con «pintores mallorquines, así como también artistas emergentes y con proyección de futuro a nivel nacional», aunque no descarta intentar exhibir obras de autores de fuera, como de Reino Unido o Alemania. Por otra parte, también colaborarán con la Asociación Proyecto Paraguay, una entidad sin ánimo de lucro que lucha por dar asistencia médica a niños y jóvenes de este país.
En cuanto a la competencia y a la cantidad de espacios expositivos que hay en Ciutat, Perelló lo tiene claro: «No les veo como competencia, de hecho me llevo muy bien con ellos, con Pep Llabrés, Xavier Fiol, Juan Antonio Horrach Moyà, Frederic Pinya o Maneu, entre otros. Y es que, al final, todos trabajamos para un bien común, para la ciudad. Además, en la Isla tenemos a pintores muy buenos, como Ramon Canet, Ñaco Fabré o Robert Ferrer, solo por decir unos cuantos», relata.
Asimismo, insiste en que si se ha marchado de Can Picafort no es por ningún tema personal, sino profesional. «Siempre estaré agradecido a Can Picafort y a Santa Margalida porque gracias a esa experiencia, gracias al pueblo, he podido dar un paso más y trasladarnos a Palma. Para un payés como yo, ir a Ciutat es una gran responsabilidad, pues aquí están algunas de las mejores galerías de España. Este cambio es para mí un reto profesional».
Más allá de la inauguración que se celebrará dentro de dos semanas, Perelló avanza que ya están trabajando en la Nit de l'Art, que será «espectacular». También tiene pendiente valorar las condiciones para formar parte de la asociación de galeristas Art Palma Contemporani, ahora liderada por Fran Reus. «Todavía no lo he mirado, voy poco a poco. Llegado el momento me pondré en contacto con ellos para ver si me quieren», señala.
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