La cantautora catalana Joana Serrat actúa este martes en Palma. | Redacción Cultura

TW
0

Difícil encontrar un pero al concierto que brindó el año pasado Joana Serrat en Llucmajor, quizá las prisas por deshacerse de una de sus grandes luminarias. Y es que todo el mundo sabe que un aperitivo ha de ser ligero, y Demons, que entró en segundo lugar del setlist, equivale a un chuletón con guarnición completa. Mejor al final. Fue el único lapsus de una velada en la que Serrat desplegó un conjunto de canciones que, desde la compostura y la elegancia, esconden un corazón magullado y rebelde. Confiemos que su próxima visita, dentro del marco del ciclo Sons de nit, mantenga el nivel. Le aguarda el Teatre Principal de Palma este martes, a partir de las 20.00 horas.

Escuchando a la catalana, con su aterciopelada voz envuelta en el embriagador silbido de la slide guitar, uno se la imagina en un descapotable, devorando kilómetros y levantando una columna de humo a su paso, de la que se escapa el tímido rumor de una balada triste, de esas que dejan con el corazón en un puño, de esas que siempre acaban mal. El quinto disco de la osonenca (Hardcore from the Heart) es el rotundo triunfo de una artista que se pasó los últimos años huyendo de la obviedad. Con sus vibrantes guitarras y la seguridad que exhibe su voz, consciente de ser un buen remedio para cualquier mal: ¿Estás hundido en la melancolía?, ¿sientes que un puñal se retuerce en tu corazón? Joana Serrat va a amarte, baby.

Seguridad

Pero esa seguridad tiene un precio. El fracaso y la desolación que esconden sus letras, que desliza en un canto suavemente atormentado, salpican. Y es que hay, literalmente, sangre cayendo de cada nota, de cada estribillo, de cada riff de guitarra. Sus canciones son una hermosa hemorragia. Si en la radio fórmula hubiese lugar para la buena música, Demons y Pictures se disputarían el título de canción del verano. En cambio, son apenas otra enorme, exquisita e hiriente forma de hacer que unos pocos nos sintamos especiales y diferentes, tan diferentes, del resto. Un aplauso para la señorita.