Antes del inicio de esta entrega, las miradas estaban puestas en el puertorriqueño Bad Bunny, cuyo último proyecto musical -«Un Verano Sin Ti»- fue tal éxito comercial que todo hacía indicar que arrasaría en esta gala celebrada en el recinto Michelob ULTRA Arena de Las Vegas (Estados Unidos). «El Conejo Malo», quien ni siquiera asistió al evento, acabó haciéndose con cinco gramófonos latinos a pesar de haber sido el más nominado de esta edición con diez candidaturas. El fiasco de Benito Martínez Ocasio, nombre real del artista, se produjo principalmente porque no pudo imponerse en ninguna de las tres categorías más relevantes con las que la Academia Latina de la Grabación laurea a sus músicos del momento: el premio a la canción del año, el relativo a la grabación y el mejor álbum de dicha temporada.
El hueco que dejó Bad Bunny en el podio de los Latin Grammy lo ocupó sorpresivamente Drexler, que reaccionó con incredulidad a cómo su tema «Tocarte», junto al artista urbano español C. Tangana, se llevaba el premio a mejor canción y grabación del año. El premio a la canción del año en los Latin Grammy reconoce a los compositores de un tema; mientras que el de grabación del año va destinado a los productores, cantantes, ingenieros de sonido y otros miembros del equipo. En ambas triunfó. «Lo que siento es inexplicable, esta es una canción que hice en 6 horas con Pucho (C. Tangana). Mi favorito era Bad Bunny», explicó el uruguayo tras recibir el gramófono. El runrún sobre el éxito de Drexler esta noche fue haciéndose cada vez mayor entre la prensa desplazada a Las Vegas después de que ya hubiese brillado en la gala previa al evento televisado y en la que se entregan 44 de los 53 premios. En la conocida como Premier de los Latin Grammy, el músico ya se había llevado el premio a mejor arreglo, mejor canción en lengua portuguesa, a la mejor canción pop, a la mejor canción alternativa y a mejor álbum cantautor.
Más allá de los triunfos de Drexler, la figura del rockero argentino Fito Páez, ganador hoy de tres Latin Grammy, acabó de evidenciar el gran momento de convivencia del que goza la música latina actualmente gracias a reconocidas fusiones de géneros y estilos. «Mi victoria no es una vuelta a las raíces porque aquí no se compite entre géneros. Estamos en un momento de gran revolución y democratización de la música. No sé hacia dónde va la maquinaria, eso deben responderlo los musicólogos», argumento Páez rehusando cualquier comparación entre géneros como el reguetón y la música tradicional latina.
La escena hispana demostró que cada vez es más difícil, y tiene menos sentido para los expertos, categorizar las producciones musicales de una región tan rica en su variedad como en oportunidades. Y es que la artista cubana Ángela Álvarez (95 años) se proclamó ganadora en la cuarta categoría de mayor peso en los Latin Grammy, la de mejor nuevo artista. La cantante nonagenaria compartió galardón con la joven cantautora mexicana Silvana Estrada en un atractivo contraste generacional en el que ambas compartieron que «ahí está la belleza de la música». «¿Qué es la nueva música?, ¿qué importa la edad? Lo que prevalece es la honestidad y hacer sentir gracias a otro gracias a ella», coincidieron Álvarez y Estrada en otro de los momentos más destacados de una gala que quedará marcada por sus constantes sorpresas.
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