Sebastià Mesquida, también conocido como Murcia Parker, posa para esta entrevista.  | Jaume Morey

TW
0

«Como vengo de la guitarra, a veces me siento un poco embustero porque parece que solo giro unos knobs». Lo dice Sebastià Mesquida, quien se ha embarcado en un proyecto personal que es, cuanto menos, curioso. El mallorquín, músico de bandas como Poal o Poomse, se ha rebautizado como Murcia Parker para Diari Sònic, un álbum de corte experimental que ha editado Espora Records y en el que da rienda suelta a su creatividad filtrada a través de módulos, cables y sintetizadores. Entre todos forman una «música electrónica tradicional» que, paradójicamente, suena futurista y, sobre todo, «sorprendente» porque nunca sabe qué va a sonar al juntar un cable a otro.

Su herramienta de trabajo principal son, pues, los sintetizadores y los cables que los conectan. Se basa, principalmente, en «la síntesis modular de arquitectura no fija», o lo que es lo mismo, la libre vinculación entre los módulos que en lugar de venir predeterminados por el fabricante, quedan a la voluntad del músico de turno. En este caso, Mesquida.

«Te permite experimentar más porque te preguntas qué pasa si en lugar de hacer la ruta típica que se suele hacer, pongo un módulo en un lugar diferente». Esta es la premisa principal: ver qué pasa. Y, sobre todo, escuchar qué suena. En esta indagación musical se embarcó Mesquida poco a poco hasta elaborar un dominio de los sintetizadores que utiliza y permitirse poder grabar su Diari Sònic, que publica en sus redes sociales como Instagram bajo el nombre de @murciaparker.

En las grabaciones, por cierto, todo es tal cual sale, aunque haya ensayos previos, obviamente: «No añado nada ni quito nada, pero hay un trabajo previo, no es improvisado». Y no es nada fácil, como él mismo declara, trasladarlo a un lenguaje visual, razón por la cual al público general le parece todavía algo extraño: «Cuesta mucho saber a qué corresponde el gesto cuando suena, porque en la guitarra, por ejemplo, el gesto de la mano y el sonido están más vinculados» en el imaginario del público, pero cambiar un cable de un lugar a otro puede ser más raro. Toda su libertad a la hora de trabajar, de hecho, le permite «tener control sobre lo que hago porque puedo tener un set todo lo grande o pequeño que quiera y los módulos, aunque los circuitos sean los mismos, tienen funciones muy diferentes, por lo que puede salir cualquier cosa».

Incertidumbre

Es ese punto indeterminado lo que le interesa: «Yo aspiro a hacer algo que no entienda, algo que no esperabas que saliera de una manera concreta, pero te guste, te parezca bonito. Un happy accident», señala. A pesar de toda la incertidumbre, es posible amaestrar los módulos, por lo que «puedes llegar a un punto en el que lo que hagas suene a ti mismo, independientemente de que los módulos cambien, lo que demuestra que puede haber cierto control del medio».

No obstante, a pesar de que se puede aspirar a esa maestría, la falta casi total de un control absoluto es también algo que atrajo a Mesquida a entrar en este nuevo mundo de cables, sintetizadores, pedales y módulos. Su pasado como guitarrista se podría describir como «una búsqueda de la perfección», pero eso es algo que escapa al control de muchos. «Me he liberado un poco de ello, porque aquí todo es de oído al ser un sistema analógico. Apesar de ello, el disco que presento es un poco cuadriculado y me gustaría salir un poco de ello en el futuro y ampliar esta libertad».

Y como es bastante difícil de explicar un sonido, del mismo modo que lo es detallar el verde a quien no distingue colores, lo mejor es que el lector interesado corra a escuchar la música que Murcia Parker crea a través de su experimentación, paciencia y giro de los módulos de sus sintetizadores, que es, efectivamente, la más artesanal forma de la música electrónica.