La pieza, que se basa en entrevistas a testimonios y se nutre también del lenguaje del movimiento –de lo que se encarga sobre todo la reconocida coreógrafa Sol Picó–, podrá verse hoy, a las 20.00 horas, en la Sala Gran del Teatre Principal dePalma.
Sobre si la pandemia ha agravado esta situación, Arqué avisa que más allá del «número de defunciones y del miedo por el desconocimiento de la enfermedad, que hizo que muchos no pudieran despedir a sus seres queridos y, por tanto, no poder gestionar el duelo como toca», hay que tener en cuenta que la pandemia «ha arrojado luz a algo que viene de tiempo atrás». «Se podría decir que ha sido la gota que colma el vaso y puede que incluso nos haya hecho reflexionar sobre aspectos que ni se nos habían pasado por la cabeza».
Autocrítica
Por todo ello, Arqué reconoce que es necesario hacer autocrítica: «Todos formamos parte de esto y lo permitimos. Además, tiene mucho que ver con la velocidad en la que vivimos y con el sistema predominante, que no invita a mirarnos y entendernos, que tiende siempre a colocarnos lejos de los demás. La cuestión es que aquí hablamos de nosotros mismos, del trato humano. Si lo pensamos en términos monetarios o económicos, podríamos decir que estamos invirtiendo en cómo queremos que nos traten en un futuro. Luego hay que reflexionar en si caemos en la deshumanización o la cosificación, que deriva a una distancia que permite el edadismo».
En cuanto a la evolución en cómo tratamos a los mayores, Arqué lamenta que «tampoco es buena idea idealizar los tiempos pasados». «En el pasado, por cómo estaba constituido todo, era más fácil y estaba más normalizado que los mayores convivieran con la familia y así se sentían cuidados. Pero también es verdad que todos esos trabajos de cuidados recaían en la mujer, quien tenía que sacrificar su vida para hacerlo. Pagaba un precio que, ciertamente, ahora está más repartido. Es un cambio que se ha dado en un periodo de transición. A partir de la incorporación de la mujer al mundo laboral, de forma legítima y normalizada, aparecen las quejas y es ahí cuando nos damos cuenta de que esto sucedía desde hace mucho, pero no ocupaba un orden prioritario en la escala de valores», aclara.
Lenguajes
Moriu-vos entremezcla básicamente dos lenguajes: el teatro de texto y el lenguaje escénico de la danza o el movimiento. Una mezcla «natural», como señala Arqué, pues toma como base «la capitalidad de la belleza que hemos otorgado al cuerpo». «Hablamos de persona mayor o vieja por lo corporal, pues a veces lo cognitivo va para otro lado, o así lo decidimos desde fuera, con todos los prejuicios que eso implica», apunta.
A partir de ahí, cuenta Arqué, proponen «un viaje que va desde un mundo más reconocible a uno más onírico, donde todo es posible y también más esperanzador». Esto último, subraya, es muy importante porque, a pesar del título, «el espectador sale de ver Moriu-vos con muchas ganas de vivir», pues a pesar de tener un contenido dramático importante, el humor y la ironía, «la mala leche», también están presentes.
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