Luis Alberto Segura, líder de L.A. | Pere Bota

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Luis Alberto Segura llega «cansado y contento» a la entrevista, con las uñas mal pintadas de negro. «Han sido mis hijas, esta mañana», se excusa entre risas. «Es más duro ser padre de tres criaturas que tres giras juntas», asegura el líder de L.A., que este viernes lanza una edición de lujo de su celebrado debut, Heavenly Hell (Universal, 2009), que se presenta en formato doble LP vinilo, con diez bonus track que incluyen algunos temas inéditos, «tomas alternativas» y un libreto con fotografías y textos. Para celebrarlo, ese mismo día protagonizará, a las 18.30 horas en el Espai Xocolat de Palma, un pequeño concierto en acústico y firmará discos.

«Siempre estuvo presente la idea de hacer una reedición. El disco se agotó y durante muchos años no ha estado disponible en tiendas. Además, era consciente de que quedaban una veintena de canciones que no se usaron. Cuando paramos en 2018 mi intención era tomarme uno o dos años de descanso, de estar con mis hijos en casa, de verlos crecer y luego volver para el décimo aniversario de Heavenly Hell, en 2019», recuerda.

Preparación

«Estábamos preparando todo, pero estalló la pandemia y el plan se truncó. Y fuimos posponiéndolo hasta que tuvimos el proyecto sobre la mesa y Toni Noguera, el productor, me propuso buscar los discos duros de 2007. Me dijo que había encontrado dos discos duros con casi 40 canciones inéditas. Así que escarbamos en todo ese material e hicimos una selección, que es la que se podrá escuchar en este lanzamiento», detalla el músico.

Desde luego fue una etapa muy prolífica. «Gastaba mi tiempo en eso. El contrato con una multinacional me permitió dedicarme enteramente a hacer música. Durante dos o tres años no paré de componer canciones que han estado escondidas diez años o más», razona. «Ahora no tengo tiempo de ser prolífico. Hay días en los que noto que tengo algo dentro, pero no logro sacarlo. En mis primeros tres discos o incluso con Heavenly Hell creo que maquillaba mucho las cosas, era algo así como 'me han contado que'. Luego mi más interno yo fue saliendo. Evergreen Oak fue como vomitarlo o mi disco en castellano [Amenaza tormenta, Hook Ediciones Musicales, 2019], que es donde más abrí mi corazón. Está bien escudarse y ponerse una coraza y, al final, todo tiene su ritmo Todo tiene su ritmo», señala.

Sobre Evergreen Oak (Altafonte, 2021), que significó el regreso de L.A., el artista confiesa que también fue el resultado de «la inercia de una situación de meses anteriores, de tocar de repente la naturaleza, en esa casa sin puertas en Orient, de mis hijos jugar y corretear a mi lado mientras compongo». Acerca de si echa de menos aquel entorno creativo, confiesa que sí: «Cuando tienes la suerte de crear en un ambiente como ese y además te sale bien es inevitable no echarlo de menos. Pero espero poder repetirlo un día, hacer una especie de Evergreen Oak 2. Y más viviendo en Mallorca. Podría ser en Banyalbufar o en Deià, por ejemplo.

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Aniversario

¿Qué pretende con este aniversario? «Lo más importante es retomar el camino que teníamos en 2018. Desde entonces he ido dando palos de ciego, buscando a dónde voy, qué disco quiero hacer... Tenía una inercia desde que firmé con Universal que duró diez años, una década en la que el tren iba muy rápido. Grababa un disco, lo lanzaba e iba de gira. Y ese proceso se repetía cada dos años. Al soltar eso y salir de la maquinaria de Universal o Sony después me quedé solo. Me pegué una hostia de autoestima y de ego. Me convertí en un padre de familia que a veces hacía música, cuando antes era al revés. Con esta edición lo que quiero es recobrar esa inercia, sacar el disco en vinilo, que era una espinita que tenía pendiente, sacar canciones que nunca habían visto la luz y que sea el pistoletazo de salida para reeditar toda mi discografía», cuenta. Lo siguiente, de hecho, será Heavenly Hell Naked, un vinilo con los temas en acústico.

Portada 'Heavenly Hell'
Portada del mítico disco 'Heavenly Hell' (Universal, 2009).

Aunque pueda reinterpretarse también como un ejercicio de nostalgia, Luis Alberto Segura reconoce que «intento evitar la nostalgia y escapar de ella». Sin embargo, el artista no niega que es un potente motor creativo. «He basado mucho mi discografía o cancionero en la nostalgia y en un cariz deprimente o melancólico. No puedo huir de eso, está en mi ADN, pero también me resulta excitante salirme de eso, buscar el color, la positividad y la luz de la carencia sonora de acordes», admite.

Respecto a Perfect combination, uno de los temas más queridos del disco, Luis Alberto Segura cuenta una anécdota tan sorprendente como real. «Cuando estaba grabando la canción tenía una tienda de camisetas, Truco o Trato, en la calle Brossa, en la que trabajaba por las tardes. En frente había una tienda de ropa para bebé de dos chicas suecas. Cuando llegaba por las mañanas me ponía la versión que había hecho de Perfect combination del día anterior a todo trapo. Un día vino la vecina. Yo pensé que era para quejarse del ruido, pero era porque le gustaba mucho y se interesó. Me dijo que tenía una amiga que se dedicaba a la música y que acababa de mudarse a la Isla y que quería conocer a gente del gremio. Resulta que era Caroline Corrs, la batería de The Corrs. Al cabo de un par de días vino al estudio de Toni y, a la mitad de la canción, pidió que la paráramos. Y así dos veces más. Yo ya creía que era porque, sin querer, habíamos plagiado algo suyo, pero lo que me comentó es que el tema le encantaba, pero que le faltaba un estribillo», cuenta. Le dio muchísimas vueltas, asegura, y, al final, dio con el que todos conocemos:

Cause baby it's so hard to live without youOohIt's so hard to live without you.Ooh

Catorce años después de su famosa Stop the clocks, ¿le gustaría parar los relojes? «Escribí esa canción antes de los 30 y me refería a parar los relojes en un momento concreto, con la persona a la que quiero. Ahora me acuerdo que Rafa Cortés hizo aquella película maravillosa con mi abuela, que ya murió, y de hecho no pude tocar esa canción durante unos años, y de repente vuelve a coger ese tono. Ojalá hubiera podido parar el reloj y pasar más tiempo con ella. Ahora que tengo casi 45 querría parar el reloj cuando veo a mis hijos crecer, demasiado rápido. Nuestros hijos son el reloj de arena más claro que podemos tener. Sin embargo, no sé responder a eso, puede que sea mejor que todo siga su curso y envejecer».