«Traducir a Virginia Woolf al catalán puede ser cualquier cosa menos un gesto inocuo o inocente». Así empieza el prólogo de Sebastià Portell de La senyora Dalloway a Bond Street (La Magrana), un volumen en el que el mallorquín reúne una selección de catorce cuentos de la célebre escritora británica, algunos de los cuales nunca antes habían sido traducidos al catalán. Para Portell, que se considera «un escritor que traduce» y no un traductor propiamente dicho, este libro supone continuar la relación de la autora de Las Olas o Una habitación propia con la cultura y la literatura catalana, que incluye también la de la Isla.
De hecho, Portell recuerda que Maria-Antònia Oliver fue la que retomó, después de un silencio de cuarenta años que se correspondería con la dictadura franquista, la traducción de Woolf con Els anys (1973). Asimismo, Oliver, igual que Woolf hace con Flush, concede el protagonismo a sus perros, Mel y Blanqueta –cuentos que recientemente han vuelto a subir al escenario con la dirección de Salvador Miralles–, un ejercicio literario que también llevó a cabo Antònia Vicens en lo que es, hasta ahora, su última novela, Ànima de gos –reeditada por Adia en 2019–.
Según Portell, esta relación estrecha entre ambas literaturas es especial, pero no rara, pues «es lógico y natural y se da con muchos otros clásicos de la literatura universal». «Woolf es un clásico inmenso que por fin tiene su merecido reconocimiento. A mediados del siglo XX entraba de puntillas en el canon y ahora ya forma parte de él», celebra. Además, el escritor no es una excepción a la huella que sigue dejando Woolf a las voces mallorquinas. «Me ha acompañado en mis inicios como lector y escritor. Su aproximación a la subjetividad humana es difícilmente superable y abrió un horizonte en el que todavía caminamos», asegura. Así, reconoce que Woolf impregnó El dia que va morir David Bowie (LaBreu, 2016), Ariel i els cossos (Empúries, 2019) o incluso su reciente Les altures (Empúries, 2022).
Selección
La traducción de los cuentos de Woolf, cuenta Portell, se inició en 2016. «Viví unos meses en Berlín a raíz de una residencia de teatro que hice y compré algunos clásicos europeos. Había una recopilación de cuentos con los personajes de la novela La senyora Dalloway que en la novela no tienen mucho protagonismo y empecé a traducirlos para entenderlos mejor, algo que después también hice con L'enterrament (Lleonard Muntaner, 2020), de Gonzalo Hermo», recuerda.
«Por eso, cuando Joan Riambau, editor de La Magrana, me propuso traducir a algún autor que me hubiera influenciado o que me interesara especialmente pensé que tenía que ser Virginia Woolf. Por eso volví a esos cuentos que traduje por propio placer y curiosidad. A partir de ahí llevé a cabo una investigación y tiré del hilo: ¿Cuál era la ‘cara b' de La senyora Dalloway? ¿Qué cuentos había detrás de esta catedral de la literatura europea del siglo XX?», razona.
«Una de las frases más célebres de Woolf es 'La señora Dalloway dijo que ella misma compraría las flores'. En cambio, el primer cuento del libro, titulado La senyora Dalloway a Bond Street, arranca con que «la señora Dalloway dijo que ella misma compraría los guantes», no flores. Es la primera sorpresa y simboliza lo que el lector se encontrará en este volumen», avanza Portell.
Inéditos
Buena parte de estos textos, lamenta Portell, son inéditos en catalán o bien eran casi imposibles de encontrar en las librerías, algo que no sucede con sus novelas, que sí cuentan con traducciones, algunas de ellas «excelentes», como la que valió a Dolors Udina el Premi Crítica Serra d'Or precisamente por La senyora Dalloway en 2013. El motivo de este desfase, apunta, podría ser porque Woolf, como tantos otros, ha sido víctima de un desprecio general por el género cuentístico.
En cuanto al proceso de traducción, Portell insiste en recalcar la palabra «pasión». «Siento mucha pasión por ella, por lo que hizo, por lo que me hace escribir y porque me hace pensar más. La sensación que he tenido durante el proceso es de haberme metido en su cerebro. Es una autora que emociona mucho, es muy intensa, pero sobre todo me ha supuesto un esfuerzo casi físico. Creo que pocos autores me han generado esa sensación de dolor físico y traducirla es esa sensación multiplicada por diez. Eso no quita que me haya producido un placer inmenso», afirma.
Títulos
Aparte de este título, acaba de llegar a las librerías la traducción de Portell, con Bromera, de Les males dones, de Marilar Aleixandre. Se trata de la historias de las reclusas de la prisión de mujeres La Galera (La Coruña), a finales del siglo XIX, una de las más importantes de la época.
Asimismo, próximamente publicará con Viena Edicions Paradisos suportables. Cases d'escriptors a Mallorca, una obra que «se acerca al periodismo literario o a la crónica» en la que recorre los espacios que habitaron –y que inspiraron– siete autores mallorquines que considera esenciales: desde George Sand en La Cartoixa, Joan Alcover en Can Alcover de Palma, Maria Antònia Salvà en la Llapassa, Robert Graves en Deià, Llorenç Villalonga en Binissalem, Blai Bonet en Santanyí y Antònia Vicens, esta última centrada en su residencia de Palma. «Mi intención es presentar este volumen en cada una de las casas de los autores», anuncia.
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