«En enero empezamos a decirlo a nuestras amistades y a gente de confianza. Entonces uno me preguntó si se lo podía comentar a sus sobrinos y le dije que adelante, que si estaban realmente interesados era genial. Esto era un viernes, el Día de Reyes. El sábado me llamó Maria por teléfono, el lunes vino a vernos y el martes ya nos decían que sí», recuerda Maria Barceló.
Ni Lluc ni Maria Cuennet habían pensado en abrir una librería, pero reconocen que cuando surgió la oportunidad les hizo «mucha ilusión» y «no dudamos ni un segundo». «Los dos somos muy lectores, nos hemos criado entre libros, así que nos parece natural. Además, ambos nos encontrábamos en un impasse profesional», admite Maria, que ha trabajado en la producción de documentales, mientras que su hermano estudió Antropología. Como se suele decir, «es un tren que tienes que coger cuando pasa».
Proyecto
En cuanto al proyecto que tienen pensado para Lluna, Maria y Lluc aseguran que la intención es «seguir la línea de librería generalista de barrio» y también continuar con todas las actividades que promueve. Con todo, avanzan que les gustaría «animar» la sección dedicada a novela gráfica, así como también la del pensamiento crítico y, en un futuro, ofrecer títulos de literatura francesa.
Y mientras comparten sus ideas con ese brillo en los ojos de quien empieza una nueva vida, Barceló y Torrens se debaten entre la nostalgia y la pena por lo que dejan atrás y a la vez con la emoción de quien es consciente de que, también, comienza una nueva etapa en la vida.
«Cuanto más lo pienso más pena me da. Es que me sabe muy mal. Procuraré no llorar, pero también es verdad que no tener reloj se tiene que valorar. Eso sí que me apetece mucho. Tampoco quiero llenar mucho mi agenda. Me apetece estar algún día sin hacer nada», confiesa Torrens. «Necesitamos un poco de tranquilidad, hemos ido a golpe de pito muchos años», coindice Barceló.
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