Después de la celebración de sus 20 años como pintor, el pasado mes de diciembre, el artista Carlos Prieto pasó por una «fuerte crisis existencial, no sabía que camino debía tomar a partir de ese momento tan especial», confiesa. Por eso, cuando le propusieron una estancia de 40 días en un histórico pazo en Galicia no se lo pensó dos veces: «Tenía que ir unos días y al final fueron cuarenta, fue una especie de cuarentena como la que vivimos con la pandemia, pero en esta ocasión voluntaria por una necesidad vital», sostiene. De esa experiencia surgió una veintena de obras, «me considero un privilegiado, creo que por fin he encontrado la madurez tanto en lo personal como en lo profesional».
Este viaje «introspectivo» tuvo como escenario el histórico Pazo de San Pedro de Bembibre, en la provincia de Lugo, que gestiona la Fundación Condado de Taboada, organización sin ánimo de lucro fundada en 2014 tras el fallecimiento de Amelia González de la Maza, condesa de Taboada, que siguiendo su costumbre filantrópica decidió legar el patrimonio histórico de esta casa nobiliaria con más de 600 años de historia al servicio de la sociedad. En el caso de Prieto, esta oportunidad le llegó de la mano de Juan Barrie, miembro del patronato de dicha fundación «y uno de mis mejores amigos», cuenta el pintor.
«Tenía que salir de Palma, de mi zona de confort, para volver a conectar conmigo mismo y también con mi trabajo, con mi obra, y sabía que entre montañas, en un pazo en una localidad de 1.000 habitantes y rodeado de naturaleza y silencio lo iba a conseguir, tenía que volver a encontrar la inspiración». Y así fue.
El resultado de esta experiencia se traduce en 22 obras, en las que «he pintado a personajes que han formado parte de la historia de esta región y de Galicia» y también intervino «sobre papeles originales de los manuscritos de escribanos de los años 1700». Una de las obras más interesantes fruto de la estancia de Prieto en el pazo es la recreación del retrato de Vicente Gil de Taboada, «muy interesante desde el punto de vista histórico». Nacido a finales del siglo XVIII, era hijo del conde de Taboada, sobrino del virrey de Perú y Nueva Granada (Colombia), y del arzobispo de Santiago. Ese parentesco con los diferentes estamentos sociales le permitieron ser un espectador de primera fila en importantes momentos históricos como el reformismo borbónico, la invasión británica de Buenos Aires y la de Napoleón en España, la Constitución de 1812 o la independencia de Perú.
Cortometraje
Y además de los frutos artísticos de Carlos Prieto, las últimas semanas de su estancia en Taboada fueron filmadas por el cineasta Carlos Javaloyas de cara a un futuro documental «que queremos presentar tanto en Lugo como en Mallorca», avanza el pintor. Sin duda, la de Prieto ha sido «una experiencia maravillosa, he sido muy feliz en Taboada y recomiendo a todo el mundo que, si puede, salga de su zona de confort y de estos tiempos en los que todo va a toda velocidad, hay que parar para hacer un reset, es muy necesario, es un regalo».
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En fin...🙄