El cineasta Cristian Mungiu posa para esta entrevista en la Sala Augusta. | Jaume Morey

TW
0

El cineasta rumano Cristian Mungiu visitó ayer la Sala Augusta de Palma para presentar dentro de la Muestra de Cine Rumano su cinta 4 meses, 3 semanas, 2 días, ganadora de la Palma de Oro en 2007 en el Festival de Cannes, certamen con el que mantiene un idilio casi perpetuo el realizador. El director hizo una introducción breve al filme y tras el pase participó en un coloquio con el público, en el que se encontraban los participantes de The Write Retreat. Mientras el público disfrutaba del filme, que trata el aborto clandestino en la Rumanía soviética de los 80, Mungiu atendió a Última Hora.

El Festival de Cine de Cannes anunció su cartel hoy (por ayer), ¿qué opina del mismo?
Cannes siempre logra reunir a las películas más arriesgadas que luego son las más importantes del año. Tienen un equilibrio entre artistas y voces nuevas y estrellas de cine que es como un organismo vivo que mantiene su popularidad y, gracias a ella, sigue dando un empuje a películas desconocidas. Hay muchos títulos que solo por estar en Cannes hace que la gente oiga hablar de ellas y esto es lo que Cannes sigue significando y por eso es tan importante para este tipo de películas. Hace que la gente tenga curiosidad y te da la mejor experiencia posible y la mejor atmósfera para una película con el Teatro Lumiére lleno y la gente aplaudiendo desde los créditos iniciales. Te da la sensación de que el cine sigue siendo importante para la sociedad.

¿Qué ha de tener una película para ser 'universal'?
Primero ha de ser certera, verdadera, y si además es significativa da un pase adelante a ser universal. Pero hay que decir que esto depende mucho del contexto y no se basa solo en la calidad del filme. Una película lo suficientemente afortunada como para ir a Cannes tiene muchas más oportunidades de estrenarse en muchos lugares que una película buena que se estrena en otro festival. Esto es porque producimos muchas películas, incluso diría que demasiadas, y no hay público suficiente para todas ellas. Hay mucho ruido en forma de información, películas, entretenimiento, etcétera y las cintas se empujan unas a otras en las carteleras de cine. Esto hace que sea muy complicado para un filme que no esté en inglés, por ejemplo.

¿Está familiarizado con el cine español?
Sí, me gusta mucho Albert Serra, creo que es uno de los artistas más arriesgados de España y del mundo en general. También Pedro Almodóvar y las películas que tienen éxito en festivales como la Berlinale suelen llegar a Rumanía. El cine español tiene mucho mercado internacional gracias a lo repartido del castellano por el mundo. Su industria es grande y es un poco privilegiada, en este sentido, si la comparamos con otros países.

En R.M.N. trató el tema de la llegada de inmigrantes a una pequeña comunidad y cómo esto afecta a la población local y la respuesta violenta de estos hacia los extranjeros. Es algo que se está viendo en más filmes, como As bestas, de Rodrigo Sorogoyen. ¿Cree que es un tema candente?
Creo que si te basas en la realidad para inspirarte es inevitable hablar de esta temática que considero crucial en Europa hoy en día. Forma parte de la realidad de la globalización, la cual, al empezar, nadie preveía estos efectos secundarios y ahora estamos viendo consecuencias no previstas. Creo que el incremento de los partidas de extrema derecha está asociado con esta libertad de movimiento en los que la población que llega de países más pobres son vistas como una amenaza y el cine entra a tratar esto porque afecta a todo el mundo políticamente. Es difícil decir si una opinión es del todo correcta y la otra no porque la realidad es mucho más compleja, pero hay que entender que hay que dejar a la gente expresar sus creencias y opiniones porque el primer paso para hacerles ver que no tienen que tener miedo es razonar con ellos, entrar en el diálogo. Si les prohíbes expresarse no cambiarás su opinión.

¿Considera que el cine tiene la capacidad de cambiar las opiniones de la gente?
Me encantaría decir que sí, pero la realidad es que a gran escala no. No creo que haya podido hacerlo Pero basta con que encienda una llama e inicie una conversación que poco a poco se expanda y llegue a los periódicos, las noticias y los espectadores. Esto ayuda y este es el poder que tienen el cine y el arte. Por otro lado, me preocupa mucho que no haya nada de cine en la educación porque el cine significativo se ha visto muy reducido en los últimos años y esto unido a las nuevas tecnologías y la uniformidad de la oferta de cine ha hecho que los jóvenes no tengan ni paciencia ni atención para aguantar una narrativa de dos horas. Están acostumbrados a ver vídeos de un minuto que incluso a veces ya les aburren y parecen muy largos. ¿Cómo esperamos que se expongan a algo que puede cambiar su opinión sobre algo que dura dos horas?

En sus películas no se puede hablar de buenos y malos, sino de gente que hace cosas que son buenas o malas en función del contexto, ¿es esta una lección a aprender?
Más que una lección diría que es una forma de ver la realidad y la vida. La realidad existe y luego se la interpreta. Pensar el mundo en términos de buenos y malos viene de la ficción, pero en verdad todo depende del contexto y esto es algo que aprendes al ser adulto y darte cuenta de lo difícil que es serlo. A algunas personas les cuesta, y lo entiendo, y por eso creo que las clases dominantes en muchos países no quieren invertir mucho en educación porque no va en su favor. Usamos estereotipos porque nos ayudan a juzgar fácilmente, pero la realidad no funciona así y esto nos lleva muchas veces a demonizar al otro.

¿Cuál diría que es el mayor reto de Europa actualmente?
Determinar cuál va a ser su futuro. Por un lado, entender que la brecha entre el estándard de vida en Europa y otros lugares no favorecidos históricamente no puede seguir como hasta ahora. No podemos tener una valla rodeando Europa mientras hay gente muriendo al otro lado porque no tienen agua corriente. Hay que pensar en términos globales, pensar en soluciones para todos. Luego está el cambio climático; no podemos esperar que sean los países pobres los que realicen más sacrificios, son los ricos los que deben hacerlo porque tienen margen para ello.

En su cinta 4 meses, 3 semanas, 2 días trata la problemática del aborto clandestino en la Rumanía comunista ambientado en los 80. Han pasado 40 años y esta realidad sigue sucediendo en muchos lugares. ¿Cree que el mundo se está 'yendo a la mierda' más que antes o siempre ha estado en ella?
Depende... para nosotros, la gente que sobrevivimos al experimento comunista, hay progreso porque nunca esperábamos escapar de esa pesadilla y es maravilloso que pudiéramos salir de ello históricamente, pero al mismo tiempo no puedo decir que estemos en un lugar mucho mejor. Se quedaron muchas tendencias a favor del comunismo y notas que el auge del autoritarismo está al alza en muchos países y algunos de ellos son grandes. Esto es algo preocupante. La gente es capaz de cosas horribles y siempre lo ha sido. Alguien está listo para matar a su vecino por la más mínima diferencia ideológica, pero al mismo tiempo siempre hay una minoría que lucha por mejorar y sacar lo mejor de la sociedad, hacernos más civilizados. Lo que ocurre es que la gente está cansada. Cansada de la democracia tal y como la conocemos, por ejemplo, porque implica el esfuerzo de mantenerse vigilantes, y las energías para apoyarla se agotan. Las cosas no pintan bien, debo decirlo, pero creo que no pasa nada por intentarlo. Opino que el mundo seguirá siendo razonable para nuestros hijos y nietos, pero antes de dejarles esta responsabilidad creo que debemos intentar hacer nosotros lo posible por mejorar lo que dependa de nosotros mismos.