Enrique Varela, director del Museo Sorolla, ha explicado que el proyecto se enmarca en el centenario del fallecimiento de Joaquín Sorolla (1863-1923), «un pintor eminentemente viajero», por lo que, si bien el epicentro ha sido la sede del museo en Madrid, «decidimos expandirlo por otras geografías que Sorolla quiso retratar». Varela ha destacado que la muestra ha recalado en ciudades como San Sebastián, donde «ha sido la muestra más vista de su historia». «Esperamos que aquí la respuesta sea también muy buena», ha señalado, convencido de que es muy probable que sea así, teniendo en cuenta la aglomeración de visitantes que aguardaban en la entrada para poder acceder a la sala expositiva.
A la cita han acudido representantes políticos como Llorenç Galmés, presidente del Consell; la vicepresidenta y consellera de Cultura i Patrimoni, Antònia Roca; la directora del Museu de Mallorca, Maria Gràcia Salvà; el alcalde de Palma, Jaime Martínez, y el regidor de Cultura, Javier Bonet, entre muchos otros.
Por su parte, la comisaria de la muestra, Blanca de la Válgoma, ha detallado que «el pintor llevaba mucho tiempo queriendo venir a Mallorca, pero, por diferentes motivos, nunca era el momento adecuado». «Sus amigos siempre le decían que aquí encontraría unas playas que esperaban a un artista como él que las supiera pintar y reflejar tan bien», añadió. Asimismo, remarcó que el viaje que hizo Sorolla fue «por placer» y «eso se nota mucho en estos cuadros, que transmiten una enorme placidez del pintar porque sí, sin las presiones de encargos».
«Son cuadros hechos rápidamente y, aunque siguen la misma estructura: un primer plano de rocas, después el mar, que termina de forma abrupta con el Cavall Bernat de la Cala de Sant Vicenç», que, según reconoció, fue el lugar que le dejó maravillado. El genio valenciano llegó a la Isla el 10 de agosto de 1919 acompañado por su esposa, Clotilde, y de su hija menor, Elena. La familia, contó la comisaria, fue recibida por el intelectual Joan Sureda y su esposa, la pintora Pilar Montaner, quien «fue una importante discípula de Sorolla en esa época». De hecho, al evento acudió también Catalina Sureda, nieta de Pilar Montaner.
Además de los paisajes de la Cala de Sant Vicenç, también se exhiben tres cuadros que «resultan interesantes para entender la cotidianidad de la vida en la Isla». Uno de ellos es, por ejemplo, el retrato de una payesa o la casa en la que supuestamente se alojó Sorolla. «Investigando he encontrado fotografías que tomó su hija durante su estancia y tiene un parral muy similar al de este cuadro, así que es posible que se trate de la misma casa». Finalmente, también hay una vitrina con «útiles del pintor que nos sirven para poner en contexto cómo trabajaba».
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