Barceló rechazó hacer distinciones entre su pintura y su escultura: «Para mí todo es lo mismo: son imágenes», aunque considere muy interesante investigar diferencias entre la materia y entre la técnica. Asimismo, explicó que en el siglo XIX surgen muchas variantes de la pintura, en alusión a técnicas de ilustración y dibujo, pero también a la fotografía y al cine. Para él, «todo junto es una obra» porque todo es creación, y también lo es su ya célebre colección de cuadernos, que ha equiparado a una larguísima novela.
También ha citado sus ilustraciones con lejía, que «son como espectrografías» y las vincula incluso al cine. Tampoco ve mucha diferencia entre pintar personas y objetos o animales, a veces retratar al ser humano es lo que está «más al alcance», indicó. En este sentido, recordó que cuando retrató al escritor Pere Gimferrer le recitó de memoria «un larguísimo poema» de Campoamor.
Mallorca
Hablando de letras, Barceló comparó la pintura a la poesía, y destacó su relación con poetas desde su juventud en Mallorca. «La poesía es muy fértil» para su obra y le inspira, aseguró, a la vez que destacó que se ha alimentado tanto de la poesía como de la novela. «Seguramente la mejor manera de entender una lengua es la poesía», consideró. Por otra parte, justificó por qué el escribe en francés cuando lo hace: «Si escribiera en catalán o castellano, me lo tomaría demasiado en serio».
Sobre su Mallorca natal, comentó que tuvo pronto la necesidad de salir para moverse, pero sin desenraizarse nunca. Ahora pasa unos cuatro meses al año en París, lo mismo en Mallorca, y el resto, «por el mundo». Pero frecuenta un círculo bastante reducido de allegados, pese a viajar tanto y conocer a tantos, y también haber entablado confianza con los demás; muchos de ellos, también creadores.
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