Jaume Llabrés, con un aguamanil del siglo XIX con aplicaciones típicas de los cántaros de Felanitx | Jaume Morey

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Jaume Llabrés se crio en el centro histórico de Palma (1954), una zona que, lamenta, ha cambiado muchísimo. «Ahora está lleno de pintadas y suciedad», asegura el experto en patrimonio y colaborador de Ultima Hora. Sin embargo, reconoce que lo que más le ha afectado es el «cambio social»: «Todo está en manos de extranjeros y nosotros, los mallorquines, estamos en minoría». «Vivíamos en la calleApuntadors, en un barrio que tenía vida, con sus pequeños comercios, como colmados, mercerías, ferreterías... Ahora no hay nada de todo eso. Eso sí, hay glamur, galerías de arte y tiendas fashion, pero es un barrio sin personalidad, frío. Ya no hay niños jugando en la calle ni gatos, como decíaRusiñol. Parece como si todo aquello no hubiera existido nunca, como si lo hubiera soñado», expresa. Por ello, en 2021 decidió irse a vivir a Sineu, un pueblo «limpio» lejos de una ciudad que «he amado muchísimo, pero que ahora me da asco».

Así las cosas, no es de extrañar que quiera donar su preciada colección de cerámica al consistorio de esta localidad. Se trata, detalla, de más de 800 piezas que se pueden dividir en bloques: la referente a la fábrica de La Roqueta (Palma, 1898-1917), la cerámica artística industrial en el contexto de la España de los siglos XIX y XX y la cerámica popular en Catalunya y Mallorca de estas dos mismas centurias. En este último apartado, señala, «hay una buena representación de platos morenos de Inca, entre otras piezas, y una buena colección de cántaros de Felanitx y otras gerres brodades». Asimismo, también posee algunas piezas más antiguas, como un plato grande y una escudilla de la serie a pinzell, una producción mallorquina perteneciente al período comprendido entre 1700 y 1750. Además, añade, hay otros platos son de Teruel y Catalunya del XVII y XVIII.

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‘Gerreria brodada’, en su mayoría de Felanitx, y al fondo aguamaniles (XVIII-XX). JAUME MOREY

Su idea, aclara, es que se funde un museo municipal con estas obras y otras que son propiedad del Ajuntament de Sineu, como «la famosa barcella del siglo XIII». Por su parte, precisa, «se haría un depósito ante notario con la cláusula de que a mi muerte todo pasaría a propiedad del Ajuntament». En este punto, recalca que «sería una donación al pueblo de Sineu, pero no a ningún partido político que pueda gobernar ahora o más adelante». De esta manera, Llabrés prevé que sea un museo etnológico, pues lo más importante es que permitirá conocer cómo vivía la payesía mallorquina a partir de la «máxima variedad de piezas» y con una propuesta muy didáctica. De hecho, ya ha redactado el proyecto para el que le ha servido de guía La cerámica popular en Mallorca, de Joan Llabrés i Ramis, fundador del Museu Arqueològic, Etnològic i Numismàtic de la Porciúncula de Palma, así como LaRoqueta, de Catalina Cantarellas. «Me gustaría que mi colección sirviera especialmente a los jóvenes investigadores, pues se encontrarán con material que les ayudará a interpretar muchos detalles de la época. Y es que, aparte de las piezas más raras de coleccionista, hay una gran variedad que ilustra y refleja la vida cotidiana del mundo rural», explica.

El historiador considera que su colección «complementa muy bien la que se encuentra en el Museu Etnològic de Muro, el de Lluc y el Museu deMallorca, en Palma, porque encajan». «Sineu es un pueblo con mucho carácter, con un ambiente monumental, pero no hay un museo así y es muy necesario. Además, el Ajuntament está situado en uno de los claustros barrocos más bonitos de Mallorca, aunque tiene espacios muy desaprovechados», critica.

De esta manera, Llabrés pide al Consistorio que apruebe en pleno su proyecto de museo y, a partir de ahí, proceder al nombramiento de una comisión y la redacción de los estatutos. «Ya he preparado un primer proyecto, que contempla el diseño a cargo del arquitecto e    historiador Joan Vanrell para que el museo se ubique en este edificio. Concretamente, según su plano se puede disponer del corredor de la primera planta, que es del siglo XVIII, y dos dependencias, una de las cuales, la más grande, era la antigua sala de plenos», aclara. Para rematar la propuesta, Llabrés sugiere que se podrían exhibir también cuadros que tiene de la Escola Mallorquina, para así introducir también la pintura.

Panorama

Por otra parte, Llabrés denuncia que «el siglo XXI se caracteriza por la especulación y dispersión del patrimonio». «Por un lado, los monumentos son sometidos a intereses económicos que desvirtúan su esencia y presencia, Palma está muy afectada en este sentido. Aunque lo más preocupante es la dispersión rápida y silenciosa de obras de arte, mobiliario, cerámica, etcétera. Se están deshaciendo colecciones y vendiendo restos de serie de casas señoriales ya desmanteladas hace años», manifiesta.

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Cerámica diversa. FOTO: JAUME MOREY

En este sentido, opina que las instituciones –Govern, Consell insular y ayuntamientos– «no están a la altura de lo que está sucediendo, no son o no quieren ser conscientes de la gravedad de la situación», poniendo de ejemplo el patrimonio de Monti-Sion o el «desmantelamiento» de Can Pueyo. De hecho, afirma que lleva «veinte años queriendo donar mi colección de cerámica y no son pocas las instituciones que me han dado portazo en plena cara, literalmente. Después de haberla ofrecido a los ayuntamientos de Calvià dos veces, Palma, Fornalutx, Pollença, Felanitx o Sencelles parece que el alcalde de Sineu, Tomeu Mulet, me escucha».