Boris Martínez Casal, de Mallorca a la Tierra Media con ‘Los Anillos de Poder’

La serie estrena en la plataforma de streaming sus tres primeros episodios tras un cierre de la primera temporada que dejó todo listo para el comienzo de varios viajes para los personajes protagonistas, interpretados, entre otros, por Morfydd Clark, Daniel Weyman, Charlie Vickers o Robert Aramayo.

Boris, que cuenta con una dilatadísima trayectoria y que ahora mismo se halla rodando la nueva entrega de la saga de Jurassic World, explica a este diario que ha participado en «todo el proyecto» de Los Anillos de Poder, como especialista en la producción realizada en el Reino Unido y como coordinador en la realizada en Tenerife, retomando el trabajo de los coordinadores generales de la serie Ben Cooke y Marlow Warrington.

Diversión

Comenta Boris que la experiencia «ha sido divertida y dura» porque al tiempo que «tuvimos que luchar contra los elementos» como «el frío y la lluvia» que caracterizan a la climatología inglesa, también pudo realizar «caídas de altura con los orcos atacando, escenas bajo el agua, con cable, un bonzo [prenderse fuego]». O, como él mismo describe a todas estas acciones: «Hubo cosas divertidas».

Por otro lado, Boris también destaca que sí, «se nota el presupuesto» y eso, en su campo específico, que es el de la acción, «se notará mucho porque ha mejorado y aumentado con respecto a la primera temporada» y han podido realizar cosas «que no hacemos para televisión sino que las hacemos normalmente solo en cine». Por todo ello, la nueva tanda de episodios de Los Anillos de Poder promete, por lo menos, un viaje bien movido para los espectadores así como lo ha sido para los diferentes profesionales implicados.

Boris, que se ha turnado también las veces de orco y elfo, además de prisionero y otros personajes, detalla que las horas de maquillaje también se han notado, habiendo de empezar en ocasiones a las 4 de la mañana para colocar los protésicos y todo el maquillaje.

Por último, destaca que la parte rodada en Tenerife también incluyó la «dificultad» de trabajar en el Teide: «Nuestro trabajo, el día a día, es duro, pero si le sumas la altitud del volcán canario se nota mucho más». A su vez, «había una gran diferencia entre los 25 grados a nivel del mar y los dos a seis grados bajo cero en la cima con un viento brutal», pero logrando tomas en un lugar sin comparación y con acantilados espectaculares, desfiladeros y montañas.