BOUTIQUE-HOTEL. El hotel Jardí de Ses Bruixes nace bajo el concepto de boutique-hotel, un sello innovador en Maó que persigue que el visitante se sienta como un invitado en el hogar, y al que se le muestra lo mejor de la ciudad. Existen muchas definiciones para entender este concepto que surgió en los años 80 en Europa y Estados Unidos para satisfacer a todos aquellos clientes que buscaban exclusividad, y poder diferenciarse de los hoteles de grandes cadenas. “Nosotros vamos a ser el hotel del sí, donde queremos que todo o casi todo se pueda hacer realidad”, comenta Anja. La exclusividad implica intimidad y atención, por lo que el hotel Jardí de Ses Bruixes se ha acondicionado con todas las comodidades y servicios de confort, con una infraestructura moderna y tecnológica.
Al ser una casona patrimonial con una historia detrás, la voluntad es que el huésped se sienta único, con un servicio personalizado con el que se sienta muy bien atendido. “Pretendemos también ofrecer un hotel abierto a la cultura, la tertulia y las artes para dinamizar el centro de Maó” afirma la directora, que ya tiene en mente exposiciones y actividades para 2014.
CONFORT Y CALIDEZ. La disposición y remodelación de las ocho habitaciones, que contarán con chimenea individual y muebles de autor, se ha hecho respetando la identidad propia del edificio, poniendo en valor los elementos modernistas que privilegiaban la casa con el adorno de un patio interior sembrado de naranjos, que junto a su salón modernista se convertirán en uno de los espacios más codiciados del hotel.
En este sentido, serán zonas comunes abiertas al público, no solo al huésped, para disfrutar del desayuno, el aperitivo o el brunch, con una oferta de repostería internacional que llevará a cabo la propia directora del hotel. “Me gustan las cosas hechas en casa para que la gente se sienta como en casa”, expresa Anja. La cocina se proveerá de un huerto ecológico para poder disponer de productos naturales de temporada y también albergará una bodega excavada en la roca para realizar catas.
TORRE MIRADOR. Uno de los lujos que ofrecerá el hotel Jardí de Ses Bruixes serán sus vistas panorámicas desde su torre mirador, que se ha restaurado también como solárium y punto de observación astronómica. Desde lo alto del hotel se establece un diálogo paisajístico con el que se divisa perfectamente la iglesia de Santa María, el monte Toro, la cúpula del Carmen, el Pont de Sant Roc, la Mola o la finca de Sant Antoni, en el extremo del puerto de Maó. El hotel también dispone de una sala para conferencias, que se podrá utilizar para acoger presentaciones de empresas y conferencias.
“Queremos ofrecer las instalaciones de nuestro Jardí de Ses Bruixes a todas aquellas personas inquietas que busquen un lugar diferente con un toque especial” comenta la directora.
El hotel Jardí de ses Bruixes está ubicado en la calle San Fernando, un arteria cercana al centro histórico de Maó que fue abierta en 1802. El inmueble fue construido en 1846 por Francisco Mercadal Lizáinz que lo donó en herencia a su hijo, Francisco Mercadal Nieto, diez años después. Así mismo, el notario Francisco Mercadal Florit lo acabó heredando de su padre pero se lo vendió en 1912 a Sebastián Sapiña Femenías.
La reforma de la casa fue encargada al primer arquitecto que tuvo Menorca, Francesc Femenías, que lo revestió de detalles arquitectónicos singulares. Femenías centró su reforma en la planta baja, diseñando un comedor modernista y dotando el patio de unas fachadas elaboradas que se han querido mantener expresamente con todo lujo de detalles para el nuevo hotel. El patio de la vivienda, con jardineras geométricas, esculturas de terracota y un porche con las galerías pegadas al edificio principal, recuerdan en cierto modo a las casas coloniales. El edificio fue pasando por herencia en la familia Sapiña hasta que, en 1996, Nando Pons lo compró para instalar su estudio de arquitectura. El nuevo proyecto pone en valor todos los elementos históricos de la casa, manteniendo parte de la estructura inicial. Incluso se ha reconstruido la torre original que en los años 80 tuvo que ser sesgada por amenaza de derrumbe. Todavía se sigue investigando la historia de este inmueble, intuyendo por sus escrituras que alguno de sus propietarios debió ser armador, lo que justificaría la existencia de la torre para controlar el puerto.
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