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La globalización es un fenómeno que se produce como consecuencia de la dispersión a nivel mundial de las tecnologías y por la importancia creciente de la información y comunicación, que se han convertido en el verdadero factor dispositivo de los procesos productivos. Todo esto trae consigo el incremento sustancial de la competencia.

El intercambio de información plantea la necesidad de internacionalizar productos y servicios que están localizados en sectores concretos, y todo ello se desarrolla dentro de una cultura cada vez más identificada como una cultura mundial.

Las empresas en todo el mundo se encuentran sometidas, cada vez de forma más importante, a la influencia de los procesos de internacionalización de la economía mundial que, principalmente, están caracterizando la época actual. Tales procesos de internacionalización surgen en relación con la aplicación a nivel mundial de cada una de las tecnologías, que apoyan y desarrollan basándose en la internacionalización de los procesos de comunicación a través de los diferentes medios que han surgido con las nuevas tecnologías.

Estos y otros acontecimientos de la vida económica suponen un cambio de largo alcance que se manifiesta con una intensidad mayor que nunca: se trata de la globalización de los mercados que, simultáneamente, es causa y consecuencia del fenómeno universal de la internacionalización de la empresa.

Se puede afirmar que la globalización de la economía y su impulso a la intensificación de la competitividad es más un reto humano que un reto técnico. Por lo tanto el éxito de la empresa y de la economía de un país dependen, cada día más, de su capacidad directiva, así como del desarrollo de sus recursos humanos.

Otro reto que plantea el proceso de internacionalización es la tecnología. Las licencias tecnológicas concedidas por empresas de un país a socios y países extranjeros acelera los procesos de innovación de los mercados nacionales y el propio proceso de globalización de los mismos.

El punto de vista humano es otro de los factores que caracterizan la globalización. Las empresas se han visto forzadas a formar equipos directivos con mentalidad internacional, con personas procedentes de países diferentes que puedan aportar, no solo una experiencia profesional, sino un perfil directivo basado en la diversidad humana, cultural y geográfica, como un paso necesario para gestionar mejor los negocios internacionales.

La gestión del futuro ya no es fruto del pasado, será la inteligencia competitiva la que irrumpirá en la nueva economía, síntesis de la economía real y de la virtual, que incrementa la competitividad entre empresas, rompe la segmentación de mercados y obliga a un cambio en la propia gestión buscando la mayor eficiencia en sus procesos productivos.