Circula por internet un vídeo que recoge una larga charla dictada por el taxista madrileño Eduardo Martín Cabanas. Rompiendo con la posición conservadora adoptada por muchos de sus compañeros, Martín Cabanas se atreve a hacer una propuesta novedosa desde su propia dilatada experiencia de más de nueve años como profesional.
Se trata de una reforma integral del servicio que, según él, puede contribuir a salvar un sector muy amenazado por el cambio tecnológico, que avanza mucho más rápido que las burocratizadas regulaciones gubernamentales.
Señala que la actual ordenación está jugando a la contra, al impedir la flexibilidad suficiente para abrir nuevos nichos de mercado que, sistemáticamente, son fagocitados por otros sectores. Así, por ejemplo, sostiene que la imposibilidad de realizar descuentos o la de tener coches especializados, como 4x4 para zonas rurales, o microvehículos, etc, constituyen una mordaza que ahoga. A lo que hay que sumar la amenaza suponen avances como el previsto para la Olimpiada de Tokio de 2020, cuando el servicio ya se cubrirá con vehículos autónomos robotizados. En definitiva, este taxista considera que si no se hace nada, muchos de los actuales profesionales no tendrán ocasión de jubilarse en su actual ocupación.
Inicia su propuesta dando un repaso de la historia del taxi, desde su municipalización inicial a la concesión a través de licencias que, nos recuerda, no son propiedad de los profesiones. Por ello su propuesta consiste, de forma somera, en la creación de un comisión mixta entre la Administración central, los ayuntamientos y los profesionales para diseñar nuevas normas que abran un camino de transición controlada a un nuevo modelo.
Precisamente el primer paso de esa transición consistiría en reconvertir las actuales licencias municipales en títulos de propiedad de los profesionales. Quienes, simultáneamente, pasarían a ser propietarios en exclusiva de la marca comercial TAXI, de muy alto valor económico.
En cada ciudad, según el plan Martín Cabanas, se tendrían que crear cooperativas para la explotación local de la nueva marca comercial. Asimismo, la regulación sería solo nacional, quedando en manos de los municipios los aspectos de ordenación del tráfico y la fijación de diferentes mínimos, como servicios para minusválidos, etc.
Hace hincapié en que los taxistas también deberían ser beligerantes en demandar la reducción progresiva de las subvenciones a otros tipos de transporte, como los colectivos, a fin de evitar al máximo la competencia desleal.
El mundo del taxi está en plena ebullición, de forma que más allá de esta propuesta concreta que intenta otorgar algunas ventajas competitivas para los actuales profesionales ante un eventual proceso de liberalización, debatir sobre el futuro siempre resulta saludable. Más sobre un sector que tendrá un papel fundamental en la descongestión urbana.
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Cualquiera se pone taxista si vale 220.000 euros una licencia.