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La reciente publicación en El Económico nº205 de un análisis de la economía balear, tras la superación de la crisis, ofrece una valiosa visión de expertos que me parece muy razonada y realista. En resumen, nuestra fortaleza se basaría en un sector turístico dinámico, exitoso y con liderazgo internacional, que ha amortiguado los efectos negativos de la crisis. Por otro lado, nuestra debilidad provendría de la insostenibilidad de este mismo modelo, basado más en volumen/cantidad que en valor/calidad, sin notables mejoras en reparto de riqueza, en mejoras salariales y en formación laboral. Otra conclusión de este resumen sería el reconocer que hemos salido de la crisis económica, pero que no hemos alcanzado todavía el nivel anterior de bienestar social existente, debido a un inusual aumento de población y a un uso intensivo de recursos naturales. En definitiva, planea la duda de si el actual modelo productivo de Balears podría ser mejorado para hacer frente a nuevos y viejos retos, como: normalizar el sector inmobiliario (evitando burbujas y usos turísticos ilegales); evitar la excesiva temporalidad del empleo (crear más puestos de trabajo estables), y mejorar la capacidad financiera de la CAIB para dotar infraestructuras (para mejorar la competitividad).

Todo ello me lleva a reconsiderar la viabilidad de un nuevo modelo económico que debería ser más diversificado, pero contando con el turismo como actividad principal, dadas su especialización turística y ventaja competitiva, su marca consolidada y sus atributos naturales. Desafortunadamente, es un tema recurrente desde hace muchos años y que siempre termina sin mayor desarrollo. Solo podría hacer una reflexión sobre el positivo impacto del dinamismo económico/cambio tecnológico mundial sobre los dos límites naturales que tiene el modelo económico balear: la insularidad y la estacionalidad.

Si bien la insularidad no ha impedido alcanzar un alto nivel de desarrollo terciario, sí ha condicionado la continuación del modelo económico basado en el turismo. No existe alternativa económica que pueda dar un nivel de empleo similar al que da el turismo. Sin embargo, hay nuevas oportunidades de diversificar gracias al reciente uso de las TIC pues nos integran en un nuevo mercado donde ser archipiélago ya no es un gran hándicap. Estamos a la espera del nuevo REB que compense lo más injusto de esta desigualdad.

Es obvio que de existir una menor estacionalidad turística se mejoraría, no solo el rendimiento de la oferta turística, sino también el bienestar laboral y social. Sin embargo, la cantidad anual de estancias turísticas no debería aumentar a fin de proteger los recursos naturales de una mayor presión humana. Solo con mayor inversión pública se podría crear una nueva oferta privada de ocio/disfrute público para todo el año, atractiva para residentes y turistas. Además, parte de esta inversión debería provenir del Estado, como ocurre en otras CCAA para compensar el declive de sus economías tradicionales.