Usted es la primera mujer que se convierte en secretaria general de Unió de Pagesos en 40 años. ¿Podemos decir que ya era hora?
Aunque es cierto que será la primera vez que haya una secretaria general, mujeres siempre ha habido en la junta porque, de hecho, los estatutos así lo contemplan. Creo que lo más importante es realizar un buen trabajo al frente de la entidad.
¿Qué la llevó a aceptar el cargo?
En realidad fue un ejercicio de responsabilidad, porque tampoco lo tenía previsto. El paso adelante lo di porque, de algún modo, sentí que se lo debía a mis compañeros de junta.
¿Cree que hace falta más protagonismo de la mujer en el campo?
Desde luego que hace falta este protagonismo. Las mujeres cada vez somos más visibles en el mundo rural, ya sea en los mercados o haciendo trabajos en el lloc. Precisamente a raíz del Contrato Agrario de la Reserva de la Biosfera, se promocionó que las mujeres también pudieran estar aseguradas, un hecho que considero muy positivo.
A lo largo de estas cuatro décadas, el campo también ha experimentado un cambio, del monocultivo de la leche a la diversificación actual. ¿Cómo ve la situación?
Realmente ha sido una evolución que ha venido dada por las circunstancias de supervivencia. Ha sido una diversificación hacia la producción, pero también la comercialización más allá de la leche. El queso de vaca o de cabra, la carne, los embutidos, el aceite... Tenemos que seguir haciendo esfuerzos en innovar, en salir a la calle para dar a conocer todos estos productos que nos ofrece el campo de Menorca.
¿Cuáles son los retos de presente?
Tenemos muchos encima de la mesa, como comprenderá, pero el más importante es que la gente del campo pueda vivir de lo que trabaja. Poder vivir dignamente y no tan solo sobrevivir. La permanencia de la actividad agraria pasa por la rentabilidad y no podrán existir payeses si estos no se ganan la vida.
¿Qué otros frentes tiene encima de la mesa?
En Menorca tenemos un grave problema con el estado de los mataderos, que se viene prolongando desde hace años. Es imprescindible que desde el Consell y los ayuntamientos implicados tomen una determinación de mejorar las instalaciones de los dos existentes en la isla para que se adecuen a la normativa sanitaria correspondiente y que, de una vez por todas, Menorca deje de ser la que soporta más costes en todos los sentidos.
¿Qué piensa de este interés creciente por el campo de Menorca por parte de inversores extranjeros? Su antecesor en el cargo trasladó sus dudas por este fenómeno al Consell Insular de Menorca el pasado febrero.
Por un lado me parece muy bien que exista este interés y esta voluntad de diversificar las explotaciones. El problema surge cuando los usos de la explotación quieren ser únicamente turísticos con proyectos de conreo de viña u olivos para cumplir con el expediente agrario y se prescinde de la figura del payés. Se vienen cerrando una media de cinco explotaciones de leche al año y por ello nos preocupa la pérdida de estas producciones, así como que el paisaje y el mantenimiento de la finca no sea el mismo.
¿Se sienten desamparados?
Confiamos en que el Plan Territorial Insular, que ahora se está revisando, sea sensible y que, por ejemplo, las condiciones para autorizar tanto la figura de agroturismos como hoteles rurales sean más restrictivas con un control más eficaz de que existe una actividad agraria real. Nos parece injusto que instalaciones como boyeras, que han recibido ayudas agrarias para su rehabilitación, ahora se transformen en alojamientos turísticos.
Parece que rehúyan del turismo…
Para nada. Vemos con buenos ojos esta renta agraria que aporta el turismo, pero queremos una Menorca sostenible donde quepan los payeses y también los turistas en equilibrio con el entorno y conservando nuestros valores y nuestro paisaje, nuestra cultura y nuestra manera de ser y hacer. Así lo expusimos en nuestro congreso reciente. Quien quiere alojarse en un agroturismo busca la tranquilidad del campo, pero seguro que también vivir una experiencia de degustación de productos locales, de conocer los animales y la huerta.
En su día se propuso poder acampar en las fincas por las que pasaba el Camí de Cavalls, pero la medida generó más bien rechazo. ¿Cómo lo ve usted?
Por parte de los agricultores vemos más molestias que beneficios por el miedo a que no dejen aquel espacio como lo encontraron o se produzca algún percance, como una valla abierta por la que se escapen los animales. Al final somos nosotros los que tendremos que pagar los platos por estas situaciones. Veo más inconvenientes que beneficios, sinceramente.
¿Han podido solucionar los problemas con el atraso del cobro de las ayudas prometidas?
Sigue siendo un tema sin resolver porque se acumulan los retrasos de la PAC, pero también de las que contribuyen, por ejemplo, a que nuevos agricultores jóvenes se animen a trabajar en el campo. Me gustaría que el Govern balear fuera más ágil cuando tiene que resolver y conceder estas ayudas porque para los que empiezan, que tienen que afrontar diversas inversiones, la espera se convierte en eterna. Estamos hablando en algunos casos de casi diez años.