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Del reportaje sobre el sector del calzado menorquín que publicamos la semana pasada, con la entrevista al presidente de la Asociación de Fabricantes de Calzado de Menorca, el empresario Juan Carlos Fernández de Salort, sobresalió su última respuesta cuando afirmaba con rotundidad que fabricar en Menorca es ante todo una heroicidad.

Si tenemos en cuenta que estamos hablando de una isla donde se tienen que importar todas las materias primas para poder transformarlas y donde se tienen que volver a exportar los productos para comercializarlos, sin duda estamos hablando de unos verdaderos héroes del siglo XXI.

Y si cuando hoy en día resulta más económico transportar un cargamento de Hong Kong hasta el puerto de Barcelona que no de la capital catalana hasta Maó (así me lo manifestaba), es para quitarse el sombrero.

Siguiendo aquel aforismo de que el mundo es de los valientes, los zapateros y el resto de fabricantes menorquines lo demuestran sobradamente aunque, por desgracia, el cementerio esté también lleno de valientes.

La publicación del reportaje ha coincidido precisamente con la noticia de que el Ministerio de Fomento toma el compromiso de iniciar los trámites ante Bruselas para eliminar el famoso minimis con el que las empresas tienen que lidiar para cobrar las ayudas al transporte de mercancías, un anuncio esperanzador pero por otro lado angustiante (uno se murió por esperar), pensando en lo largo que puede ser tener que pasar por toda la pesada maquinaria burocrática de la Unión Europea.

Para el transporte de Balears está fijada una bonificación del 60 al 65 por ciento (según el producto) del coste, pero la regla europea fija un tope en concepto de ayudas que las empresas pueden cobrar de hasta 200.000 euros en tres años.

Por ello es tan vital para el tejido empresarial que se elimine esta barrera que debilita la supervivencia de este frente a la competencia por el hecho de tener las fábricas en una isla y no en la Península.

A nadie se le escapa el viejo consejo de lo peligroso que es tener que poner todos los huevos en el mismo cesto y por ello es bueno hablar de una diversificación económica, aunque no sea tan perfecta como la vía menorquina del crecimiento que de manera tan recurrente ha explicado la Dra. Beltran. El turismo bien gestionado es bueno para Menorca como lo es el calzado, la bisutería o el sector agroalimentario y debemos esforzarnos por que siga así.