La primera de ellas era que se mantenían los tipos de interés de referencia en el 0%; otra era que estos tipos nulos se mantendrían, al menos, hasta el verano de año próximo; y además, re-confirmaba el fin de la compra de activos durante este mes de diciembre.
Es justamente relacionado con el significado de esto último, y sobre cuál será el nuevo escenario, al respecto de lo que me gustaría llamar la atención, puesto que las economías española y europea han vivido unos intensos años de crecimiento, de aumento del consumo y la inversión, propiciada por un exceso de liquidez del sistema por la compra de activos del BCE, antes citada, y unos tipos anormalmente bajos, y es esto último lo que comienza a acabarse.
Concluye así un programa que se iniciaba en 2015 y que ha consistido, tras estos años, en la compra de deuda por la nada despreciable cifra de 2,5 billones de euros. Esta situación ha provocado una caída en los tipos de interés sin precedentes y que, por tanto, el coste de la financiación de los estados fuera menor.
Así que, el primer efecto que se prevé –aviso para navegantes– es una próxima subida de tipos de interés, que los costes de emisión de deuda pública suban y que las partidas de los presupuestos generales destinadas al pago de intereses aumentarán, y como consecuencia se comerán otras partidas (primer efecto negativo para Balears y el resto de las comunidades autónomas). Por lo tanto, o aumentamos los impuestos, o reducimos el gasto en otras partidas o nos endeudamos más para atender este sobrecoste.
No conviene olvidar que, si suben los tipos de interés, el euro se apreciará frente a otras monedas (por ejemplo el dólar o… la libra). Y, en nuestro caso -segundo gran efecto negativo- si se aprecia el euro respecto de la libra, a los británicos les va a resultar más caro venir a Balears… y ya veremos cómo comenzará a liarse todo.