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El marketing digital avanza cada vez más rápido y las empresas aceleran su transformación digital incrementando sus esfuerzos y presupuestos alrededor de un 19% año tras año, según recoge el Barómetro Digital, e internet se está convirtiendo en el segundo medio donde invierten más los anunciantes, solo por detrás de la televisión. Y en este ecosistema digital, donde el sitio web, el branding, las redes sociales, el SEM, el SEO, las métricas, las conversiones y los blogs ayudan a trazar el “roadmap” de las marcas irrumpe con fuerza la figura del influencer.

Entendemos por influencer una persona que cuenta con cierta credibilidad sobre un tema concreto, y por su presencia e influencia en redes sociales puede llegar a convertirse en un prescriptor interesante para una marca.

El sector turístico no es ajeno a esta tendencia, y la aparición/utilización de los influencers o comunicadores de viajes o los travel blogguer se han convertido en habituales en la política comunicativa de muchos destinos y empresas del sector. No es de extrañar la incorporación de esta herramienta, pues hasta un 82% de los usuarios de servicios turísticos manifiestan seguir blogs de viajes o redes sociales de influencers de viaje o estilo de vida antes de decantarse por una opción.

Viajar, conocer lugares nuevos, vivir experiencias diferentes y narrarlas a sus seguidores generando contenidos de calidad y ofreciendo consejos de los lugares en soporte digital son sus principales cometidos. Los auténticos travel influencers no hacen publicidad sino que comparten experiencias y se mueven principalmente en medios más visuales, como son los blogs, Youtube e Instagram. A los potenciales consumidores les genera más confianza las opiniones de estos influecers, que tienen claramente identificados, que saben que se deben a una audiencia y que permanentemente se juega su credibilidad, que otras reviews que puedan leer en otros portales de opinión, ya que entienden que en algunos casos estas pueden ser falsas.

Ante la hegemonía de esta nueva generación de prescriptores, agencias y marcas han visto una gran oportunidad para dialogar y refrescar la comunicación con sus públicos objetivos y a la vez incorporar nuevos indicadores, KPI, engagement, alcance, tráfico, conversión, venta de producto y sentimiento de marca, que permitan controlar la idoneidad y eficiencia de los servicios de estos profesionales.

Es bien conocido que los influencers cobran por publicitar determinados productos, determinados contenidos, o por el número de interacciones generadas, lo que resulta desconcertante es el hecho de que finjan colaboraciones para crear un efecto llamada o que falseen sus cifras y sus seguidores. Circunstancia que genera pérdida de confianza a los usuarios y más que suculentas pérdidas para las marcas.

Según un estudio publicado en The Times de la compañía de marketing Captiv8, las marcas están pagando más de 175 millones de euros a falsos influencers. Como siempre sucede habrá un proceso selectivo consistente en separar el grano de la paja y al final sobrevivirán aquellos influencers que sean realmente decisivos, algo que, con los potentes medios y métricas existentes hoy en día, no será tan difícil de detectar. Sin duda nos encontramos ante una nueva fórmula del clásico report bursátil solo que diversificado y súper especializado, muy centrado en sectores como el turismo. En el mundo sin límites ni fronteras, los influencers son los nuevos prescriptores de modas y tendencias. Habrá que tenerlo en cuenta.