Dos empleados de Homers en pleno proceso de fabricación del calzado, que combina el trabajo artesano con el diseño más moderno. Foto: Sergi Garcia

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Homers es la historia de una pequeña gran marca de calzado nacida en Ciutadella que sobresale en el mundo de la moda por su identidad propia y por su confort. Una empresa familiar que ha sabido evolucionar de manera inteligente de la zapatilla al zapato chic, sin renunciar a sus orígenes artesanos made in Menorca.

Empezaron su negocio exportando y, en la actualidad, el 70% toda su producción se vende más allá de nuestras fronteras entre Alemania, Estados Unidos, Japón y Francia. El reto para la segunda y la tercera generación de la empresa de la familia Gener, que ahora celebra su cincuenta aniversario, es seguir creando un zapato de vanguardia para una clientela cosmopolita que busca esta diferenciación en el complejo mundo del calzado.

ORÍGENES. Homers empezó su andadura con la fabricación de “zapatillas de casa” antes de pasarse al diseño de colecciones de calzado chic para el sector femenino. Sus fundadores fueron Llorenç Gener y Pedro Capó, que en junio de 1969 pusieron en marcha una pequeña fábrica en la calle Sant Isidre de Ciutadella.

Homers

“Me vino a ver Pedro Capó porque tenía un taller de zapatillas con sus hijos que no le acababa de funcionar. Yo trabajaba en Can Mayans, un almacén de pieles y curtidos donde me relacionaba con muchos proveedores distintos”, explica Llorenç Gener Coll, uno de los fundadores. Con sus ideas y sus contactos, decidieron lanzar al mercado un primer muestrario en el que también participó inicialmente Jaume Mayans así como uno de los hijos de Pedro, el patronista José Capó.

“Tuvimos un éxito inesperado. Enseguida nos confirmaron pedidos desde Barcelona, Madrid y el norte de España, que provocaron que en tan solo tres meses se sumase al proyecto mi hermano Carlos y mi cuñado Joan Lluch para ayudarnos a afrontar el trabajo que debíamos entregar”, añade. “Tienes que tener en cuenta que era un proyecto al que le dedicábamos las pocas horas que nos sobraban de nuestra jornada laboral porque todos teníamos otras ocupaciones”, puntualiza.

Por si fuera poco, en diciembre de ese mismo año recibirían un importante pedido para Estados Unidos. “Había un distribuidor americano llamado Jacques Levine que estaba buscando un proveedor de zapatillas en España y a través de un contacto llegamos hasta él. Viajó desde Nueva York hasta Ciutadella para conocernos, se enamoró de nuestro producto y nos hizo un gran pedido”, detalla Llorenç Gener.

En el primer año de existencia de la sociedad Capó Triay Sociedad Anónima se fabricaron dos mil pares de zapatillas que al año siguiente pasaron a ser cuatro mil y en tan solo tres ejercicios se convirtieron en cien mil pares. Esto les obligó a tener que cambiar de ubicación para poder dar salida a toda la producción, por lo que se trasladaron a un local más grande en la calle Sant Nicolau.

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“Era un trabajo artesano que nos hizo crecer rápidamente en número de trabajadores”, confirma Llorenç Gener. “Entre los años 1970 a 1990 tuvimos una gran expansión en la que se llegaron a fabricar mil pares diarios y entramos en contacto con marcas como Bally o Pierre Cardin, ya que la cultura de la zapatilla estaba en pleno auge en zonas como el Reino Unido, Canadá o Suiza”, señala Llorenç Gener.

HOMERS. La progresiva incorporación de la segunda generación protagonizada por Miquel Àngel Gener y su hermano Quim coincide propiamente con el surgimiento de la marca Homers en 1982, como resultado de transformar la zapatilla que llevaban fabricando desde sus inicios en un zapato de calle. “Detectamos que el mercado de las zapatillas de estar por casa se estaba contrayendo e iniciamos un proceso de reflexión interna para saber hacia dónde dirigirnos”, explica Quim Gener, gerente actual de la firma.

“Nuestra innovación consistió en reconstruir el producto mediante un proceso que implicó, entre otras cosas, poner una suela donde antes había un acabado en piel. Inventamos estas zapatillas-zapato y así nacieron propiamente las primeras colecciones marcadas por la flexibilidad, la comodidad y el confort con un toque de diseño”.

“De hecho el nombre Homers proviene de declinar la palabra inglesa home, casa, con la voluntad de identificar un calzado cómodo”, puntualiza. Con esta nueva apuesta consiguieron captar la atención de firmas de lujo como Hermès o Loewe, que muy pronto se convirtieron en clientes para los que fabricaban en exclusiva.

“De manera humilde y discreta, fuimos cada vez más experimentando con el calzado de mujer porque le vimos una mayor proyección de cara a futuro. Esto también nos llevó a asistir a las primeras ferias en Madrid, Milán y Düsseldorf, en las que fuimos tejiendo relaciones comerciales para poder incrementar la exportación dirigida a nuevos mercados como el europeo, ya que anteriormente, nuestra firma estaba muy concentrada en Estados Unidos”, comenta Quim Gener.

Sin abandonar del todo la fabricación de la zapatilla, Homers fue cambiando sus procesos y abriendo esta línea de calzado femenino que destacaba por su diseño elegante y diferenciado, aportando una comodidad y un confort fuera de lo habitual.

En 1995 consiguieron introducirse en Alemania y Japón, dos países en los que la marca despertó un gran interés que sigue manteniéndose fiel hoy día. “Invertimos en nueva maquinaria, anticipando este futuro en el que nos volcaríamos con la fabricación de calzado femenino”, destaca el gerente.

Además de invertir en nueva maquinaria, se dieron cuenta de que sería necesario rodearse de nuevo talento profesional para afrontar el reto de diseñar colecciones capaces de seducir a un público cada vez más exigente y contactaron con el talento de un estilista italiano para poder estar siempre a la última. “En el año 2000 empezamos a dejar de fabricar para terceros con el objetivo de poder concentrar nuestros esfuerzos en hacer crecer nuestra marca. Entramos en la dinámica de las colecciones y del prêt-à-porter, tratando de acercar nuestro producto a aquellas mujeres que les gusta vestirse a diario de manera elegante sin renunciar a la comodidad y un carácter sport”, añade.

NUEVA FÁBRICA. Todo este proceso de transformación de Homers culminó en 2006 con el traslado a una nueva nave en el polígono industrial de Ciutadella con el fin de organizarse mejor y ganar competitividad. “El traslado nos ayudó a ganar eficiencia en la empresa y también aprovechamos para abrir una tienda propia en la planta baja”, destaca Sebastià Taltavull, director financiero.

En la nueva distribución que facilitaba el inmueble se dio forma a los departamentos de diseño, corte, montaje, cosido y coordinación que encabezan actualmente Miguel Ángel Gener, Joan Lluch, Carlos Gener Torres, Carmen Martí y Carlos Gener Llopis, respectivamente, sentando las bases para el relevo generacional que se produjo de manera formal unos años después.

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En 2014 abrieron un shopping shop en Barcelona y una segunda tienda en Maó, aprovechando también para adentrarse en el terreno online, una de las líneas de negocio que más está creciendo estos últimos años. “Nuestra columna vertebral siguen siendo las tiendas físicas, pero no podemos obviar que internet nos abre las puertas a un mundo diferente como hasta ahora lo habíamos entendido, aunque con ello debamos afrontar un reto logístico importante”, comenta Quim Gener.

En este sentido, todo este proceso también supuso la incorporación de Rosa Taltavull al frente del negocio online y también de Lluís Gener como responsable de ventas en Estados Unidos.

Hace siete años iniciaron también un proceso de transformación digital con la digitalización de todo el diseño, el patronaje, la facturación, los envíos y con ello la incorporación de maquinaria de última generación como el corte láser. “Pero en Homers seguimos siendo muy artesanos y funcionamos como una pequeña gran familia donde cada persona es importante. Por ello vamos a celebrar nuestro aniversario con un gran vermut en el que queremos que participen todos”, concluye el gerente.