Un hotel o restaurante de temporada no comenzará su actividad mientras no asegure cubrir sus costes variables.

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Hasta no hace demasiado tiempo esta figura laboral, tan empleada en nuestra comunidad, contribuyó al aumento de la estacionalidad. Pues, tal como se fue consolidando su diseño, generaba un poderoso aliciente a acortar la temporada turística. Incentivando el retraso de la fecha del 'llamamiento' de inicio y el adelanto de la de clausura.

Ciertamente, un hotel o restaurante de temporada no comenzará su actividad mientras no asegure cubrir sus costes variables, esto es, aquellos vinculados a la actividad (suministros, limpieza, etc.) Lo contrario ocurre con los costes fijos (alquileres, amortizaciones, etc.) que al no depender de la producción se soportan incluso con el negocio cerrado. Los economistas dicen que los costes fijos no suponen costes de oportunidad. De hecho, algunos de los establecimientos que permanecen abiertos en temporada baja no cubren esos costes fijos, esto es, se mantienen en funcionamiento a pesar de perder dinero.

Pues bien, la fórmula laboral de los fijos-discontinuos convierte los costes de personal en variables del tipo 'o todo o nada'. Generando, con el antiguo diseño, un poderoso incentivo, al cierre de los negocios tan pronto se percibe una menor demanda (facturación), al poder prescindir de esos gastos. Es decir, ese incremento de los costes variables de la antigua fórmula laboral obligaba a contar con una mayor demanda que asegurarse el poder cubrirlos. Lo que, con el tiempo, va acortando el período de actividad.

Este asunto resulta trascendental para Baleares. Baste considerar que un pequeño alargamiento de la temporada de, por ejemplo una semana al inicio y otra al final, tiene importantísimos efectos sobre el PIB.

Fue por eso que en el año 2012 el Govern balear decidió promover una modificación de la normativa nacional que cambiase ese perverso juego de incentivos. Pasando, desde entonces, a bonificar la mitad de las cuotas de la seguridad social de los meses de marzo y noviembre. Así, los costes variables pasan a ser menores y progresivos en esos meses y, por tanto, se puede afrontar el inicio y el final de temporada con demandas más moderadas.

Además, a esta reforma de la legislación laboral se le unieron otras que incidían en la misma dirección, en concreto las más importantes fueron las que consiguieron dar atractivo invernal a Palma (terrazas, hoteles boutique, apertura dominical del comercio, etc.), y las que posibilitaron la modernización de la planta hotelera.

En definitiva con la nueva reformulación de la figura de fijos-discontinuos todos los agentes ganan. Los trabajadores ganan semanas de empleo, el empresario gana al poder mantener abierto su establecimiento más tiempo, y gana el Estado que se ahorra subsidios de desempleo a la vez que incrementa la recaudación tributaria. Una reforma sin coste, una reforma win-win.

¡Qué lástima que desde entonces no se haya avanzado nada más!