La pandemia remite, retrocede, mejoran todos los indicadores sanitarios y el ritmo de vacunación está previsto que se acelere en las próximas semanas, pero la crisis no se va. Hay pronósticos que auguran un rebote a finales de marzo, aunque hay coincidencia en señalar que no sería en el peor de los casos tan letal como los vividos hasta ahora. ¿Y la economía? El coronavirus ha provocado una crisis que inicialmente se tildaba de coyuntural, ligada a la pandemia. Hoy, en cambio, ya se sabe que desaparecido o controlado el bicho, la crisis continúa y que sus consecuencias no se esfumarán de un día para otro, sino que se hace imprescindible un periodo de tiempo más o menos largo. La situación de Balears ante la crisis nunca es calcada a la de España. De hecho, las Islas superaron antes que el conjunto del estado la crisis de 2008.
La dependencia de Balears del turismo, junto con los problemas de seguridad que lastraron a otros destinos, impulsaron la vuelta al crecimiento del PIB en 2014, aunque los ciudadanos no notaron que la situación mejoraba hasta tiempo después. La demanda turística durante la Gran Recesión se resintió solo en 2009 y salir del socavón fue así mucho más sencillo, con considerables entradas de capital extranjero vía inversiones o compra de viviendas.
En esta oportunidad es muy diferente. La crisis generada por la pandemia ha provocado una caída abrupta y prolongada de la demanda turística debido a las restricciones de movilidad. En consecuencia, el sector servicios se ha desplomado. La demanda turística, de hecho, no se ha recuperado y son mayoría los actores del sector turístico que auguran que la Semana Santa es ya un valor perdido. Y en el horizonte no hay coincidencia en señalar cómo será la temporada de verano o si cambiará la forma de viajar.
La recuperación tiene aristas que aún no se sabe de qué manera afectaran a la economía. Diferentes economistas han especulado en las últimas semanas sobre el grave peligro que supone el retorno de la inflación, tras muchos años aletargada en el cajón del olvido. La economía entrará en una fase expansiva más pronto que tarde y la existencia de un exceso de demanda, tras muchos meses aparcada, puede provocar que muchas empresas decidan subir sus precios. El resultado sería un indeseable aumento de la tasa de inflación.
El alto nivel de endeudamiento de las administraciones públicas, las empresas y los particulares puede convertir en letal un incremento de los tipos de interés. La economía, con los actuales niveles de deuda, no puede asimilar un aumento del precio del dinero.
El dato de la inflación en enero ha activado todas las alertas porque supone un cambio de tendencia. Según el Instituto Nacional de Estadística, el índice general experimentó en enero una subida anual del 0,5%, cuando en diciembre había bajado un 0,5%. Es el primer mes con un dato positivo desde febrero de 2020.
Esta subida del IPC se debe de forma sustancial a incrementos de precios de la vivienda (3,2%), los alimentos y bebidas no alcohólicas (1,7%).
En Balears, la subida de los precios del 0,7% de enero supone el primer incremento de los precios desde marzo del año pasado. En diciembre había marcado una disminución del 0,4%.
La inflación subyacente, que no tiene en cuenta las variaciones de precio de los alimentos no elaborados ni de los productos energéticos, ha permanecido en positivo durante toda la pandemia, tanto en el conjunto de España como en Balears. En enero, la inflación subyacente fue en todo el país del 0,6% y en Balears, del 0,7%. Sin embargo, se ha incrementado respecto a los datos de diciembre, del 0,1% en ambos casos.
Además, en los últimos meses las materias primas están al alza. De hecho, el barril de Brent ha subido un 7,9% de diciembre a enero. Se sitúa ya en 55,9 dólares, cuando tres meses antes superaba ligeramente los 40.
El Banco Central Europeo prevé una inflación en 2021 del 1%, lejos del objetivo del 2%. Los argumentos que hacen pensar que subirán los precios son la acumulación de efectivo de una parte de la sociedad que no ha perdido ingresos y no puede consumir debido a las restricciones, y el aumento del rendimiento de los bonos soberanos. Esta semana, Jens Weidmann, presidente del Bundesbank, ya ha planteado un endurecimiento de la política monetaria cuando suba la inflación. Sin embargo, los ahorros se distribuyen de forma desigual en Europa.
DEUDA. La teoría económica clásica señala que un incremento de la masa monetaria da lugar a incrementos de los precios. Esta ecuación se ha puesto en duda en los últimos años, ya que tanto la Fed como el Banco Central Europeo han inyectado grandes cantidades de dinero en la economía para salir de la crisis sin que la inflación se haya disparado. Sin embargo, cabe decir que buena parte de estas inyecciones eran indirectas, en forma de compra de activos de deuda pública por parte de los bancos centrales. Las ayudas de las diferentes administraciones para paliar las consecuencias económicas que ha traído la COVID-19, además del gasto sanitario extra que ha provocado, han disparado la deuda pública.
A finales del tercer trimestre del pasado año, España debía 1,3 billones de euros. La deuda ha tocado niveles históricos, llegando al 114,1% del PIB, de acuerdo con los datos del Banco de España. Solo en el tercer trimestre, se ha incrementado en 17.023 millones de euros y 3,9 puntos porcentuales sobre el PIB. La deuda sobre el PIB de Alemania es del 70%, y la de Francia, del 116,5%. Los niveles más altos se presentan en Grecia (199,9%), Italia (154,2%) y Portugal (130,8%). En cambio, Estonia (18,5%), Bulgaria (25,3%) y Luxemburgo (26,1%) son los que menos deuda tienen, según Eurostat.
Por su parte, Balears tiene una deuda pública sobre el PIB del 30,1%, también su punto más alto hasta ahora. El adeudo asciende a 9.343 millones de euros, la segunda cifra histórica más alta después de la registrada en el segundo trimestre de 2019 (9.363 millones). Según la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal, el Govern tardará al menos diez años en reponerse del coste extraordinario provocado por la pandemia.
El Archipiélago es la quinta comunidad con mayor deuda pública después de la Comunitat Valenciana (46,7%), Castilla-La Mancha (39,7%), Catalunya (35,9%) y Murcia (35,2%). El problema no es solo que aumenta la deuda pública, sino que se reducen los ingresos tributarios con la caída de la actividad económica. La recaudación fiscal se verá ostensiblemente mermada. Disminuirá considerablemente la recaudación de rentas del trabajo y de los rendimientos inmobiliarios. El gasto turístico ha caído en picado y suponía una gran entrada de ingresos vía Impuesto sobre el Valor Añadido. Con la menor actividad, también ha disminuido la recaudación por el impuesto especial sobre hidrocarburos, bajará la recaudación de Sociedades e incluso se ha vendido mucho menos tabaco, que también tiene una gran carga fiscal.
Además, los impuestos autonómicos más importantes son procíclicos, lo que provoca que cuando llega una crisis, el Govern tiene menor capacidad de actuación fiscal. Las transmisiones de viviendas han caído 23%, y esto supone menos ingresos por el impuesto de transmisiones patrimoniales (ITP) o por el de actos jurídicos documentados (AJD). Incluso ha disminuido la aceptación de herencias y se han incrementado las renuncias, de forma que la comunidad ingresa menos por el impuesto de sucesiones.
Solo en los tributos totalmente cedidos a Balears -Sucesiones, ITP, AJD, tasa de juego y Patrimonio-, la recaudación fiscal en 2020 ha caído un 14,5% anual, de acuerdo con los datos del Govern. Además, los ingresos por el impuesto del turismo sostenible han sido casi nulos.
Por otra parte, es destacable que el consumo interno presenta más fortaleza que la inversión. Con datos estatales, el gasto en consumo final de los hogares cayó en el cuarto trimestre un 8,4% respecto al mismo periodo de 2019. Es una bajada menor que la de formación bruta de capital fija, que se deja un 14,3% en el mismo periodo.
El Fondo Monetario Internacional ha advertido que las divergencias en el distinto ritmo de salida de la crisis tras la pandemia puede causar problemas en la Unión Europea. Kristalina Georgieva, directora gerente, explicó que la contracción de la economía de países turísticos como España es mucho mayor con el retroceso medio puede causar una “gran divergencia”.
TURISMO. Además, a pesar de los esfuerzos del Govern por situar Mallorca como un destino seguro, a día de hoy no es el destino de sol y playa mejor posicionado para recibir turistas. De hecho, y según Tui, por primera vez Creta es el destino preferido por los alemanes para ir de vacaciones esta temporada en lugar de Mallorca. Las islas griegas, al igual que Turquía y las Canarias, serán duros competidores. No obstante, cada vez son más habituales las reservas de último momento, por lo que habrá que esperar para ver cuál es el comportamiento de la demanda.
En todo caso, la evolución de las reservas está sujeta hoy por hoy a grandes dosis de volatilidad. De hecho, esta misma semana, Alemania ha sacado a España de su lista de zonas de alto riesgo por COVID. De momento, las personas procedentes de España deberán estar al menos cinco días en cuarentena y presentar un test negativo.
Estas condiciones pueden modificarse en función de la evolución de la pandemia y los más optimistas no descartan que la Semana Santa sea el punto de partida de la temporada. El comisionado para el turismo del Gobierno alemán, Thomas Bareiss, había descartado la semana anterior que se pueda hacer turismo en Semana Santa, aunque sí se mostró confiado en poder reanudar la actividad en verano.
La situación en Gran Bretaña es muy diferente a la alemana. En el Reino Unido el proceso de vacunación está mucho más avanzado, pese a lo que el primer ministro Boris Johnson no piensar dar el visto bueno a los viajes internacionales antes del 17 de mayo. Es decir, que durante la Semana Santa no habrá turismo inglés y que será, en todo caso, a partir de la tercera semana de mayo cuando se reactive, si las actuales circunstancias no cambian.
El mapa de ruta presentado por Johnson en la Cámara de los Comunes el pasado lunes contempla cuatro pasos diferentes para salir del encierro actual de forma gradual. Los cambios se producirían cada cinco semanas, siempre y cuando se cumplan las condiciones que el gobierno de Johnson considera indispensables para pasar de fase. El gobierno británico, extremadamente precavido, quiere que la reapertura de cada etapa sea irrevocable.
El Gobierno formará un grupo de trabajo sobre viajes, que informará el doce de abril sobre las medidas que deben adoptarse para permitir que se reanuden los viajes internacionales. Es decir, que no se permitirán viajes al extranjero hasta al menos el paso tres, que no será en el mejor de los casos antes del 17 de mayo.
La decisión del gobierno británico supone también que los meses de temporada alta serán prácticamente normales. Es decir, que no habrá restricciones para que los británicos puedan venir de vacaciones a Balears. De hecho, las reservas se dispararon nada más conocerse el plan británico. Grecia, España y Turquía son los destinos preferidos y las fechas más escogidas son, agosto, julio y septiembre, por este orden.
Otra cosa muy diferente es conocer la conectividad de la que dispondrán. Hoy por hoy, todo parece apuntar a que no habrá posibilidad real de llenar las camas de Balears por la falta de aviones. La pandemia ha afectado muchísimo a las compañias aéreas, que han soportado grandes pérdidas y en muchas ocasiones ocasiones han optado por reducir su flota.
PASAPORTE COVID. El pasaporte sanitario es una alternativa en estudio para poder garantizar la movilidad segura. Esta semana, la ministra de Industria, Comercio y Turismo, Reyes Maroto, explicó que se utilizarán los corredores seguros incoporando el certificado de vacunación. Días antes, la presidenta del Govern Francina Armengol y el vicepresidente y conseller de Model Econòmic, Turisme i Treball Iago Negueruela habían ofrecido Balears como destino pionero para probar este sistema.
Se trataría de una certificación digital de que un ciudadano se ha vacunado. Todavía no existe una posición común entre los países de la Unión Europea que permita que el sistema salga adelante. También se estudia que el pasaporte sea un certificado válido para otros colectivos además de las personas vacunadas. Sin embargo, esta opción también es cuestionada por la posible ilegalidad de impedir la movilidad a personas no vacunadas.
En cuanto a los corredores turísticos sanitarios, están aprovados en Canarias y Balears para poderlos poner en marcha cuando la situación sanitaria lo permita.