Para ASMEN, el amarre debe ser la puerta de entrada para generar riqueza en múltiples sectores de la Isla y por ello se debe facilitar. | Josep Bagur Gomila

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El anticiclón, que hace días acompaña a Menorca, está contribuyendo a que el turismo náutico pueda seguir disfrutando con placidez de las últimas jornadas de navegación en la que se considera la despedida de la temporada alta.

Un momento en el que el sector ha empezado a hacer balance sobre el trabajo realizado, donde no se podrá decir que 2023 haya sido un mal año para la industria náutica y de servicios. Así lo explican desde la Asociación Menorquina de Empresas Náuticas, ASMEN, que aglutina más de un centenar de negocios relacionados con el sector náutico. «A pesar que un 40% de empresas hayan facturado menos que en 2022, que fue un año excepcional, los números que disponemos nos dicen que en general, ha sido una temporada que tenemos que calificar de buena» explica Justo Saura, presidente de la entidad y también de la patronal de la Pequeña y Mediana Empresa, PIME Menorca.

«Las encuestas que hacemos nos señalan que un 40% de las empresas han descendido facturación sin ser cifras alarmantes respecto al año pasado, pero que entre un 25% y un 30%, han conseguido facturar más. Hasta mayo las ventas fueron buenas, en junio se produjo un parón pero a mediados de julio, se volvió a reactivar» añade Saura. «El comprador de esloras medias, entre 6 y 10 metros, ha vuelto al mercado después de unos años donde había desaparecido del mercado. Al sector del chárter, tampoco le han ido mal las cosas», confirma. «Siempre digo que el que compra una embarcación que supera los 100.000 euros, no lo hace en junio o julio, sino que hace el encargo durante el primer trimestre del año. También hemos detectado un menor movimiento en el mercado de segunda mano», afirma Saura, que lo justifica por la falta de amarres. ASMEN cuenta con más de 100 asociados relacionados con la náutica desde marinas, venta y reparación de embarcaciones, escuelas de vela, buceo recreativo y buceo profesional o alquiler de kayak, entre otros.

AMARRES. Una de las principales reivindicaciones del sector que se reclama una y otra vez es una mejor gestión de los amarres, ya que la adquisición de una embarcación de una cierta eslora está muy condicionada a poder disponer de ellos. «El amarre no ha de ser el negocio sino la puerta de entrada para la generación de riqueza de muchos sectores que se pueden beneficiar. En Menorca tenemos un grave problema de gestión pública que muchas veces viene condicionado por una falta de recursos humanos», explica el presidente de ASMEN. «Todo se traslada a un tema de comodidad de las administraciones, cuya respuesta es privatizar directamente, cosa que incrementa los precios para el usuario, en vez de realizar una gestión público-privada donde poder optimizar los amarres disponibles cuando el usuario no lo está utilizando», explica. Saura cuenta que un amarre tendría que poder ser utilizado por varios usuarios durante el año.

«Sucede, por ejemplo, en Fornells, donde a principio de temporada salen los amarres disponibles y un cliente, que tan solo lo va a necesitar 15 días, prefiere ocuparlo los tres meses para asegurarse que tendrá su embarcación aquellos días, bloqueando la opción para que se puede reutilizar aquel espacio», comenta Saura. «El puerto de Maó también está paralizado en cuanto a inversiones y se olvida de que el turismo náutico es un gran generador de ingresos y de empleo estable durante todo el año», detalla.

Playa con embarcaciones en Menorca
El turismo náutico sigue al alza en Menorca y se aprovecha de las cálidas temperaturas para poder seguir ofreciendo sus servicios.

ALQUILER. Uno de los retos que tiene el sector náutico es poner orden al alquiler de pequeñas embarcaciones ya que se ha convertido en un boom en los últimos años que está trasladando una sensación de saturación en la navegación costera, además de generar un problema de inseguridad para el resto de usuarios. «Las estadísticas nos dicen que de cada diez propietarios de embarcaciones, no llega a un 20% que salga a navegar diariamente. En cambio, las pequeñas embarcaciones de alquiler, salen a diario y varias veces al día porque se alquilan por espacios cortos de tiempo, generando una sensación que el mar no es suficientemente grande para todos», explica el presidente de ASMEN.

«El problema se agudiza en tierra porque hasta hace unos años una empresa que quería dedicarse a este negocio debía tener amarre propio para hacerlo pero ahora, ya no es necesario. Esto también deja imágenes de remolques amontonados en zonas como Ciutadella o Cala Galdana», comenta. «Hemos trasladado a las administraciones competentes para que trabajen en este sentido y puedan encontrar una solución, desde ordenar las botaduras diarias a incluir embarcaciones de vigilancia específicas», explica. «Desde el sector también proponemos que las rampas a través de las que se tiran las barcas se saquen del fondo de calas y playas y se coloquen en las bocanas de las playas. Este es un tema sobre el que no se ha actuado y es necesario mejorarlo», explica Saura.

IMPACTO. Una de las críticas que recibe el sector náutico está relacionado con los impactos marinos que genera, desde la contaminación a los problemas con los fondeos. Desde ASMEN explican que las normativas para un uso adecuado de las aguas que generan las embarcaciones están hechas pero el problema es que los puertos no han hecho los deberes y no cuentan con depósitos para realizar su vaciado. Respecto a los fondeos, el sector comparte la voluntad de evitar que se haga en lugares donde se erosione la posidonia y por ello apuntan la idea que las embarcaciones puedan llevar una aplicación instalada en los radares que les indique si aquel fondeo no supone ningún perjuicio.

«Debemos cuidar el litoral entre todos y los navegantes somos los primeros que lo tenemos claro. Los plásticos en el mar, no llegan navegando sino que lo hacen volando porque el viento los traslada desde tierra y el gesto de retirarlos, también forma parte del ADN de la gran mayoría de usuarios cuando se lo encuentran en el mar, que lo acaba recogiendo», explica Justo Saura. «Muchas veces se mezcla interesadamente riqueza y náutica cuando no siempre tiene porqué ser así. Una persona que tiene una embarcación de 3.000 euros y sale a navegar, es criticado por los bañistas por su actividad, mientras que un conductor de un vehículo de 20.000 euros que deja su coche mal aparcado para poderse bañar, no se le dice nada», concluye.