No es un tema nuevo, distintos países europeos lo están probando en plan piloto (Islandia desde 2015) y recuerdo que en España hace escasamente un año se anunció que unas 200 empresas se habían apuntado a la prueba. Lo fundamental es saber el resultado de todos estos experimentos y he encontrado en un artículo del diario suizo Le Temps, las primeras conclusiones. En Suiza todavía hay sólo un puñado de empresas que lo experimentan de diversas formas, pero cada vez hay más.
Uno de los retos es la conciliación familiar. Trabajar diez horas durante cuatro días en lugar de ocho horas durante cinco días no me convenía, decía un testimonio. Terminaba tarde, había más tráfico en la carretera y era complicado recoger a mis hijos del colegio. Otra de las opiniones la daba en este caso el director de la compañía diciendo que de todos modos, los viernes por la tarde suelen ser menos productivos y el hecho de tener empleados menos cansados y contentos es positivo, también en términos de productividad y absentismo.
También se hablaba en el artículo de la importancia de un trabajo preparatorio antes de hacer el cambio, optimizando y digitalizando procesos para asegurar tener una organización que cubra cinco días. En la práctica, el salario se mantiene al 100%, los cuatro días se reducen a ocho horas y media y los veintisiete días de vacaciones pasan veinte. La transición hasta ahora ha ido bien, consideraba el director de otra empresa, aunque todavía era pronto para sacar conclusiones. La idea era más bien pensar en la sostenibilidad del modelo, mientras se identificaban los inconvenientes porque a veces hay que ser flexible si se necesita un día libre excepcionalmente. ¿Lo veremos algún día en Balears?