¿Cuánto ha avanzado la movilidad eléctrica en el sector náutico?
La situación actual de la movilidad en el mar se asemeja mucho a la que vivieron los coches hace siete u ocho años. Todo el mundo es consciente que es un camino que hay que explorar. Cuesta ser el primero y, en este sentido, nosotros hemos venido a intentar romper las barreras y paradigmas.
¿En qué sentido?
Al final, la gente está muy cómoda y acostumbrada a quemar combustible, y a convivir con los problemas que esto genera. Pero de repente, le ofrecemos una alternativa. No creo que deba convertirse en una competición entre combustión y electricidad, sino que ambas opciones acabaran conviviendo, ya que la combustión es cada vez más eficiente. En el fondo, el objetivo es poder cuidar el medio natural en el que disfrutamos de nuestro barco. En este sentido, hay un tipo de navegación que se adapta muy bien a la movilidad eléctrica, aunque también tiene sus limitaciones.
¿A qué se refiere?
Una cosa es la potencia, que no tiene limitaciones porque los motores eléctricos han evolucionado mucho en los últimos treinta años. Pero actualmente el talón de Aquiles está en la batería, es decir, en el lugar donde se almacena toda esta energía necesaria. Los esfuerzos de la automoción se están concentrando aquí ahora, en cuanto a recursos e innovación.
¿Cuál es la diferencia entre la navegación eléctrica por tierra y por mar?
La clave está en la inercia. En el caso de los coches eléctricos, cuando dejas de propulsar, el vehículo puede seguir haciendo su camino. Pero en el mar no funciona así. Tienes que empujar de manera continua y, cuanto más velocidad quieras obtener, más debes incrementar esta propulsión. El reto que tenemos nosotros, y todos los astilleros, es que a partir de una cierta velocidad, el consumo aumenta de manera exponencial y la autonomía se reduce.
¿Y cómo lo habéis afrontado?
La mayoría de astilleros lo que han hecho es construir barcos eléctricos que aprovechan al máximo la potencia del motor, pero con la limitación de la autonomía de la batería. Nosotros hemos querido afrontarlo de otro modo: ¿hasta dónde llega la tecnología actual? Si el límite está en seis, siete u ocho nudos, ¿cuál es la autonomía aceptable? Entonces, hemos diseñado un barco que se adapte bien a esta velocidad.
Así surgió vuestra primera embarcación de cinco metros…
Efectivamente. Hace dos años hicimos un barco de cinco metros porque, en aquel momento, no podíamos hacer una embarcación que superase los cinco o seis nudos. Ahora la tecnología ha avanzado, y por eso hemos podido construir uno de ocho metros. Los antiguos mestres d’aixa siempre decían que para un llaüt, la velocidad natural es un nudo por un metro de eslora.
¿Qué tipo de salida permite hacer un barco de estas características?
El 90 por ciento de los usuarios salen a navegar una hora y media, disfrutan de la cala que han escogido y vuelven de regreso una hora y media más, con lo que en total son tres horas, cuatro como máximo. Nosotros garantizamos ocho horas de autonomía.
¿Y si…?
La respuesta es sencilla ¿Qué haces cuando te quedas sin combustible? Haces una llamada y solicitas ayuda a quien esté cerca. La solución es la misma.
¿Debemos dejar de tener miedo a la navegación eléctrica?
Estamos aquí para romper tabús. La navegación eléctrica con un llaüt es como un regreso a los orígenes, combinando las ventajas de navegar a vela y a motor. Es disfrutar del silencio o de una conversación mientras se navega.