Cómo se puede ver en el gráfico, varios han cerrado por encima del 10% de rentabilidad, y el Nasdaq y el S&P por encima del 20%, y muy cercano a este nivel se encuentra el Nikkei japonés. Sin embargo, no ha sido oro todo lo que reluce: mucha de la rentabilidad de estas bolsas se ha concentrado en pocas empresas.
Para empezar, «nuestro» Ibex que ha subido un 14,78% tiene mucho que agradecer a los bancos.
El promedio de los 6 cotizados ofrece una revalorización de casi el 47%; si a eso le añadimos el 106% de subida de la aerolínea IAG, en una clara recuperación del sector turístico, y el 30% de Inditex se puede entender el porqué de esa subida.
Este efecto en Europa se nota más viendo el EuroStoxx 50, índice con las 50 compañías más relevante, bursátilmente hablando, de la Zona Euro. El resultado ha sido más moderado: un +8,34%.
Lejos de otros índices, el resultado es muy bueno, y es una muestra más fiable de cómo han ido las bolsas europeas: vemos las fuertes revalorizaciones de la banca y de algunas tecnológicas pero también el lastre del lujo, automóviles, farmacéuticas y de otras tecnológicas que no han estado tan bien vistas por el mercado.
En el otro lado del Atlántico este efecto todavía ha sido más exagerado: las famosas «7 magníficas» han aupado a los índices de una forma algo engañosa.
Para muestra un botón: el S&P ha ganado un 23,31%, mientras que 370 compañías de las 500 que componen el índice han ganado menos (justamente Disney marca el límite ganando esa misma rentabilidad).
Dicho de otra forma: solo el 26% del S&P lo ha hecho mejor que el propio índice. Esa diferencia es histórica y se entiende viendo la rentabilidad de esas «Big-Techs» que pesan mucho en el selectivo americano, concretamente un 33,5%. Evidentemente, en el Nasdaq, índice mayormente tecnológico, esta diferencia todavía es mayor.
Además de la rentabilidad negativa del CAC francés, lastrada por el lujo, dos países emergentes también han supuesto las excepciones a las subidas de las bolsas: el Bovespa brasileño y el Kospi coreano. En este último caso muy castigado por los problemas políticos que están asolando duramente al país.
El otro punto negativo ha vuelto a ser el mercado de bonos: se esperaba una recuperación al hilo de la caída de tipos de interés.
Efectivamente, ésta se ha dado y de forma brusca en el último trimestre del año, pero no ha bastado para que los índices de renta fija gubernamental cerraran en positivo, aunque hay varias emisiones que han conseguido dar alegrías a los inversores.
En definitiva, un 2024 muy movido en términos bursátiles que precede a un 2025 que va a lidiar con más bajadas de tipos, con más problemas geopóliticos, con un nuevo gobierno americano y, entre otras cosas, con un intento de recuperación económica en China. Eso sí, muchos inversores firmarían un resultado similar al de 2024, puesto que, pese a todo, ha sido un buen año.