Lluís Apesteguia, candidato de Més al Parlament. | M. À. Cañellas

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Lluís Apesteguia llega a la sede de Més en un coche de alquiler y baja cargado con plantas de albahaca, seña de identidad de la formación. Cuando se le pregunta por el hecho de que llegue en un coche de alquiler, responde que no está en contra, pero sí deben regularse los que llegan. Ganó las primarias contra el aparato del partido con un discurso muy crítico con los pactos firmados en su día, que ahora están en el aire. Es alcalde de Deià y comparte piso en el municipio porque con su sueldo no puede pagar un alquiler propio. Además, es un fan de la película Amanece que no es poco, se sabe los diálogos enteros, y ha llegado a visitar los pueblos en los que se rodó.

¿Presidente del Govern o nada?
—O presidente del Govern o portavoz parlamentario de una formación valiente.

¿Por qué no entrar en el Govern?
—Las presidencias tienen la capacidad de impulso político. Més debe aspirar a las presidencias, si no es en 2023, dentro de cuatro años. Quien ha asumido el liderazgo de Més no tiene que quedar supeditado jerárquicamente a otra persona. Si no asumo la presidencia, estaré marcando la agenda política desde el Parlament.

Més aguanta, pero no sube. ¿No es frustrante 40 años después seguir con cuatro diputados?
—Las encuestas dicen que somos el único partido de la izquierda que puede subir y estoy convencido de que así será. Somos los únicos que podemos garantizar un pacto de izquierdas, porque somos los únicos que subimos.

¿Y el balance de estos años?
—Es cierto que nos mantenemos, pero también lo es que ha aumentado mucho la población. Hemos logrado que nuestro mensaje cale y mantener viva la llama del soberanismo progresista. A nuestra generación le toca, no solo mantener esa fuerza soberanista, sino ampliarla y aspirar al liderazgo.

El pacto está ahora en cuestión. ¿Qué han hecho mal?
—El Govern no lo ha hecho todo bien, como pasaría en cualquier ámbito. Me preocupa que estemos en esta situación de duda por la alternativa que tenemos enfrente conlleva un peligro para la convivencia y para los derechos sociales. Creo que tiene que ver con la ola centralista de los partidos del Gobierno, algo que debería hacer reflexionar al PSOE y a Podemos. Necesitamos respuestas adecuadas a la realidad y este nuevo centralismo lo impide. La factura la pagan las comunidades autónomas.

Si hay que abrazarse al PI para salvar a la izquierda, ¿lo defendería?
—Yo no tengo problemas en hablar con partidos democráticos que defiendan nuestra cultura, nuestra lengua y nuestro modo de convivencia. Aparte de eso, a mí me preocupa que el PI y PP no descarten pactar con Vox, ya sea por activa o por pasiva. Todos debemos reflexionar sobre qué hacer con estas propuestas basadas en el odio. Lamento que el PP no diga tajantemente que no gobernará con Vox y que el PI no diga que no contará con Vox, aunque sea con una abstención, para gobernar.

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¿Y hay que dejar a un lado a Podemos para un Govern con el PI?
—Si los soberanistas y Podemos sumamos como el PSIB, creo que deben replantearse las presidencias. Si me enfrento a una investidura, no aceptaría vetos a nadie. Si quien se somete a esa sesión acepta vetos, tendrá que someterse al apoyo de los demás. En cualquier caso, creo que donde habrá puntos en los que será complicado llegar a acuerdos es en asuntos programáticos.

Hablemos de eso: ¿qué es lo primero que piensa si le digo ‘turismo'?
—Un reto que debemos afrontar. No hay que dar expectativas de una solución inmediata, pero hay que ir a un decrecimiento turístico porque el cambio de modelo económico debe estar centrado en el trabajador. Necesitamos diversficar y somos el único partido que ha dicho de dónde saldrán los fondos.

¿De una subida de la ecotasa?
—Proponemos subirla un 60 % y conseguir 240 millones para destinarlos a la compra de plazas obsoletas, unas 1.300 al año, y poner los inmuebles a disposición de los ayuntamientos. Con ese dinero también se podrá diversificar la economía y crear pasarelas laborales para que los trabajadores del turismo encuentren trabajo en otros ámbitos. Los ciudadanos de Balears no solo servimos para el turismo.

Otra palabra: inmigración.
—Otro reto. Un 25 % de los ciudadanos de Balears no ha nacido en el Estado español y eso construye una sociedad muy diversa en las Islas. Quienes intentan utilizar el miedo como arma electoral son unos irresponsables y nos están negando la riqueza de la multiculturalidad, que es la que puede crear la sociedad balear del futuro. Ese es el futuro frente al hipernacionalismo de pulserita.

¿El problema de la vivienda lo han creado quienes vienen de fuera?
—No. Es un problema muy complejo: ha influido el turismo, el crecimiento de población y la propia idiosincrasia de la actividad inmobiliaria. Soy una persona muy de izquierdas y creo que los gobiernos deben dar las condiciones mínimas para vivir, como la vivienda.

¿Lo ha hecho este Govern?
—No ha acabado el trabajo. Soy crítico con este Govern y eso es un acto de responsabilidad porque el conformismo no es bueno. Debemos ser críticos y analizar qué no hemos hecho tan bien como deberíamos. Es obvio que no hemos sabido dar las soluciones en vivienda, en transporte público, en cambio de modelo económico, en el uso social de la lengua catalana o en conseguir más herramientas del Estado. Pero la alternativa a esto era nefasta. Ya hemos visto juntos a Marga Prohens y Jorge Campos en el Govern de Bauzá y sabemos qué pueden hacer: mil personas fuera del sistema sanitario, echó a docentes a la calle, quitó vías del tren…

Otra palabra: bilingüismo cordial. Lo dice el PP.
—...

¿O está de acuerdo?
—Solo faltaba que propusieran un bilingüismo agresivo… Ojalá todos tuviéramos los mismos derechos, pero quienes no los tenemos ahora somos los catalanohablantes. Somos nosotros, los catalanohablantes, los que no tenemos todos los derechos. Tenemos que conseguir que se mantenga el uso social del catalán y ahora mismo la demografía española juega en contra. Si el PP pretende lo que dice, por fuerza tendrá que estar de acuerdo con lo que propone Més.